Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

viernes, 31 de mayo de 2013

A propósito de la temprana partida de Javier Diez Canseco BANDERAS ROJAS ONDEARON EN LIMA


Por: Henry Córdova Bran

Cuando me enteré de la muerte de Javier Diez Canseco supe que sufríamos una gran pérdida como país. Muerte parecía una palabra tan distante de alguien que hizo tanto por la vida de los demás. Algunos de mis versos favoritos del maestro Gonzáles Prada retornaron a mi mente casi como un consuelo: “para verme con los muertos/ ya no voy al campo santo/ busco plazas, no desiertos/ para verme con los muertos” y es que este hombre no podía estar muerto, no con tantas banderas rojas levantadas hacia el cielo de Lima.

A pesar que su enfermedad era ya de dominio público desde hace varias semanas, nadie preveía que la muerte le llegaría así de pronto. Cómo podía morir si desde su convalecencia todavía lanzaba tiros certeros desde su columna de opinión en el diario La República en favor de los más elementales derechos laborales. Este hombre, cuya luz vital se apagaba, daba sus últimos esfuerzos a los trabajadores con quienes estuvo a su lado desde hace tanto tiempo. Y ahora parece uno entender que sus últimos artículos eran más que comentarios en torno al tema laboral, parecen ser más bien tareas dictadas para quienes quedan aquí, quizás consiente que la vida se le escapaba contra su voluntad.

“La discriminación en todas sus formas es un cáncer que corroe nuestra sociedad y debe ser erradicada en todas sus formas y en todo lugar” sentenciaba Diez Canseco en su última columna publicada el 29 de abril en el diario que fundara Gustavo Mohme Llona. Estaba claro que lo que el líder del Partido Socialista hacía era dar direcciones políticas por las cuales enfilar el trabajo de los líderes políticos y sociales que, como él, consideran que no habrá milagro económico posible ni celebratorio, mientras las condiciones laborales de millones de trabajadores en todo el país continúen en estado de injusticia.

Este hombre por quienes miles se mantenían en vigilia en muchas partes del país y por quien se habían realizado tantos actos culturales y políticos de solidaridad volvía a mostrarnos que no había más vida ni acción que lo caracterizara más que su propia solidaridad con la clase trabajadora y con quienes menos tienen. Como lo hiciera desde aquellos lejanos años de las década del 70 cuando decidió dejar la vida tranquila y placentera que le prodigaba su familia por abrazar la causa del socialismo y asumir la defensa de las mayorías pobres.

Y de pronto, este hombre vital cierra los ojos para siempre. De pronto, el Perú despierta un día de domingo con la noticia de que Javier Diez Canseco está muerto, que el cáncer –otra vez el cáncer- se lo había llevado. Entonces ¿Qué sucede? La noticia se convierte en hecho histórico y los hechos históricos suelen tocar las fibras más íntimas de una sociedad que, aparentemente dormida, reacciona. Y así fue que la muerte de un hombre que no hizo sino ser honesto consigo mismo y con su propia historia hace que un número significativo de peruanas y peruanos se vuelquen a gritar que la biografía política de este hombre militante de izquierda los representa y también sus luchas y sus batallas.

Banderas rojas para Javier

A las 8:00 de la noche del lunes 05 de mayo las colas que hacen los ciudadanos y ciudadanas para dar el último adiós al congresista Javier Diez Canseco no se han detenido. La Casona de San Marcos acoge el féretro del luchador social. El patio de la casona está rodeado por más de un centenar de coronas y arreglos florales entre los que puede apreciarse los de sindicatos, asociaciones de campesinos, estudiantes, personalidades políticas, artísticas y culturales. Cuánto respeto y admiración consignó la vida de este hombre a quien el Perú, como tantas veces, no supo valorar en su plena valía.

Sin embargo, algo produjo su muerte en la conciencia de muchos en el país, partidarios o no de Diez Canseco, militantes o no de la izquierda. La muerte del líder de Izquierda, injustamente suspendido del  Congreso de la República, volcó el ánimo del Perú hacia las posiciones que Diez Canseco representaba. Veamos. Los temas de agenda nacional están llenos de denuncias de actos de corrupción en especial contra el gobierno de Alan García y las denuncias por los narcoindultos, la denuncia de empresas foráneas para hacer ver al gobierno que las condiciones laborales de muchos trabajadores eran inaceptables y el apresurado comienzo de la carrera electoral. Todos ellos en los que el parlamentario injuriado siempre tuvo algo lúcido que decir. ¿No era acaso necesaria la participación de Diez Canseco en la investigación a García? ¿No han sido acaso imprescindibles las batallas de Diez Canseco por los derechos laborables y la equidad? ¿No es acaso Diez Canseco un actor de primera línea en los procesos políticos del país?

La mañana del martes 07 amaneció con banderas rojas en la casona de San Marcos. El luto de la izquierda jamás ha sido negro ni se envuelve en el lamento por el compañero que parte. Es rojo porque frente al compañero que descansa le sobreviene el compromiso por levantar sus banderas. Así se mostró Lima y las ciudades del interior. Como una última muestra de dignidad, Diez Canseco dispuso que no se le realizara homenajes en el hemiciclo como hubiera correspondido a su trayectoria. El cortejo llegó a la plaza Bolívar en el exterior del Palacio Legislativo. Y fueron los miembros del Sindicato de Trabajadores del Congreso quienes le dieron el primer saludo. Que fuera el sindicato quien rindiera los honores a este hombre no hace sino dignificarlo. Los trabajadores te agradecían Javier, no la pompa parlamentaria, ¡Los trabajadores! Tu vida reafirmaba su sentido. Y así las banderas rojas se movilizaron a la plaza 2 de mayo y a la plaza Bolognesi, la CGTP y el Partido Socialista, eran esas tus moradas.

Tras las huellas de este hombre queda una emoción que ha de formar su cauce. La Unidad de la Izquierda parece ser la tarea. Lo cierto es que en este Perú donde muchas fuerzas se preparan para tentar el poder, hemos perdido un hombre fundamental, pero quizás hemos ganado una emoción que tomará cuerpo entre las cenizas de un líder indiscutible.