Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

viernes, 15 de abril de 2016

UN MOMENTO DIFICIL PARA EL PERÚ

Por: Henry Córdova Bran

El 10 de abril, el Perú mostró lo que es, un país resquebrajado, con varias versiones de sí mismo, con realidades diversas, pensamientos radicalmente opuestos, quizá la democracia más endeble de la Región, con memoria colectiva aniquilada y miedos extendidos por la desinformación, un país que será gobernado por lo más reaccionario y neoliberal de toda la política latinoamericana. ¿Decisión democrática que hay que respetar? No, y estas son mis razones.

Dicen que en el Perú hemos roto una marca, la de elegir por primera vez en nuestra historia republicana, un cuarto régimen democrático consecutivo. Lo dicen quienes están contentos con los resultados, quienes en todos estos años, tras la caída de la dictadura fujimorista, no perdieron sus privilegios, que habían conseguido precisamente gracias a esa dictadura: la CONFIEP; lo dicen quienes creen que la democracia consistía en celebrar elecciones como si de una alfombra se tratara, bajo la que escondemos toda la basura de la casa que queremos ocultar. Pero la democracia conquistada es solo eso, una alfombra para esconder la basura.

Porque la democracia no sirvió para reducir las enormes brechas que en el Perú existen –y no me digan que la medición de la pobreza monetaria es prueba de que el modelo funcionó- las brechas siguen siendo enormes en el Perú y lo demuestra ese mapa electoral que parte al Perú entre norte y sur, entre costa y sierra, entre el mundo urbano y el rural. Si a los resultados se atendieran, tendríamos que elegirle un presidente al sur y otro al norte, un presidente al Perú urbano y otro al rural, pero eso no es posible, el Perú es el Perú, una marca orgullosa de su historia mientras solo sea folklore o marketing para los negocios, ¿memoria colectiva? No. Eso es quedarse en el pasado.

Es rara la democracia en el Perú, desde el año 2000 es notorio que en cada elección las mayorías buscaron cambios y se reflejaron en los resultados electorales, siempre con promesas de cambio. En las tres ocasiones los ya electos presidentes hicieron todo lo contrario a lo prometido y mientras tanto dejaron el statu quo como lo querían quienes manejan el poder económico; y los medios hacían de sus ventanas de comunicación en prensa, radio y televisión, basura para el consumo familiar, contenidos para el embrutecimiento colectivo, abuso de su poder de supremacía y concentración de medios para manejar y dirigir la opinión pública. Durante 16 años la “democracia” que practicamos la hicimos bajo el régimen constitucional que la dictadura implantó en 1992, una contradicción que el poder de la CONFIEP nunca permitió resolver ni cuestionar. Y esa democracia frágil que recuperamos el 2000 empezó a quedar cada vez más a la medida de lo que la derecha quería y para eso, poco a poco, se recuperaron, acapararon, metieron los negocios a la política, y apostaron, luego del 2011, a no sufrir reveses electorales como la elección de Ollanta Humala. Aquí una contradicción más de la “democracia”, cuando la derecha pierde elecciones no respetan los resultados, no salen a las calles porque no es su método, su método es ejercer presión, acorralar al candidato electo y usar los medios para generar temor y en base a eso negociar la permanencia del modelo que el electorado había rechazado en urnas, y por eso mantuvieron el control del MEF y a través de él acapararon el Estado. Eso gracias a la debilidad de Humala por la que tendrá que responder.

Esa “democracia” a la medida la pusieron al servicio de estas elecciones; y para ello dispusieron nuevamente de toda la ventaja económica que dan las campañas millonarias y el financiamiento oscuro que buscará los grandes negociados una vez obtenido el gobierno; y tuvieron los medios de comunicación a su servicio –que para eso se impulsó la concentración de medios- para expandir la campaña de miedo y de terror frente a cualquier discurso contrario; y aún más tuvieron el control del organismo electoral que sin vergüenza alguna uso la Ley con criterios distintos para unos y otros, salvando candidaturas pese a las pruebas contundentes de violación de la Ley como en el caso del fujimorismo y de la alianza del APRA y el PPC.

En esa desigual circunstancia todo proceso electoral cancela la idea original de la democracia. Sin embargo el Perú ha legalizado este desigual juego electoral que debilita aún más la democracia y nos pone de cara a un presente y futuro difícil para el Perú.

Lo que resultó, lo que se viene

Y esta realidad de debilitamiento democrático condujo a los resultados del domingo. Una segunda vuelta entre iguales. Una elección con discurso único, y escasos matices para diferenciarlos. Y lo que es más preocupante, la composición del Congreso de la República con casi 68 escaños del fujimorismo y alrededor de 19 de PPK, solo con ellos, el legislativo tiene carta abierta para impulsar y aprobar toda ley o facultad legislativa, que bajo la premisa de “impulsar la inversión” atentará sobre derechos fundamentales, laborales, ambientales, culturales y civiles. Quien gane en segunda vuelta confirmará el mismo modelo, en tanto el legislativo actuará de la misma manera con uno y con otro y el poder de la CONFIEP se asentará para conseguir la legalidad que necesita para terminar de hacer  del Perú el país que siempre quiso el poder económico transnacional y nacional. En ese escenario cualquier movimiento social que se oponga a las medidas del nuevo gobierno tendrá al frente un Estado represor que no dudará en tratar como criminales a los manifestantes. Lo que se viene son 5 años de oscurantismo.

La izquierda, por su parte, decidió participar de este juego electoral aun sabiendo que entraba en un terreno desigual. En ese escenario ha conseguido más de lo que cualquiera imaginaba al principio. Lo sensato sería que la Izquierda rechace cualquier apoyo al fujimorismo y a PPK y sostenga la crítica al modelo que continuará, fortaleciendo la figura política de Veronika Mendoza y de los nuevos liderazgos que aparecen en el recambio generacional que requerían. El grupo parlamentario que ha ganado la izquierda es importante pero por sí solo no tendrá fuerza al interior del Congreso, por eso es fundamental que la bancada del Frente Amplio busque conectarse con la ciudadanía movilizada que viene rechazando las medidas como la “Ley Pulpín” o actualmente el TPP.


Difícil momento el que se le viene al Perú. Pero también un momento que exigirá la actuación de una generación que en los últimos 16 años viene constatando la necesidad de cambiar el país. La historia ha puesto a esta generación de cara al Bicentenario de la República y no está mal pensar que en estos años se requiere el talento político y la audacia para darle vuelta a este revés que han significado las elecciones del 10 de abril.