Si alguna lección
real estamos aprendiendo durante este quinquenio es que la derecha peruana no
está dispuesta a ceder espacios de poder real. Tras el susto posterior a la
victoria de Humala en el 2011 y el inmediato “bloqueo” de la “gran
Transformación”, ahora suenan tambores de que será el propio sector empresarial
el que entrará al juego electoral en el 2016. ¿El candidato? don Roque
Benavides. Nada menos.
La famosa frase de
John Dewey que siempre cito y seguiré citando “la política es la sombra que los
grandes negocios arrojan sobre la sociedad” parece que está llegando a su
límite en el Perú. La última contienda electoral ha sido, para bien o para mal,
un hito en la historia política del país. Por primera vez el poder económico se
vio superado en la propia arena de la democracia burguesa, el juego electoral,
por una mayoría que pedía cambios, transformaciones y decencia. La lección para
el poder económico parece estar clara: ya no es suficiente con dejar que la
política haga lo suyo, ahora la consigna parece ser administrar directamente la
política, sin intermediarios, para que sus intereses estén bien guardados.
En las últimas
semanas se ha rumoreado que el ingeniero Roque Benavides Ganoza, uno de los
empresarios mineros más exitosos y resistidos del país tendría pensado ingresar
a la arena política para tentar una candidatura presidencial, o, de otro modo,
integrar una plancha presidencial nada más y nada menos que como Vicepresidente
de Alan García. En política, se sabe, los rumores nunca pueden tomarse a la
ligera, los rumores son ensayos, como piedras lanzadas al aire para evaluar la
reacción del colectivo. De tal manera que en estas andamos de cara al 2016.
Pero, ¿qué significa esto realmente?
¿Por qué tendría que ser don Roque candidato?
Porque la derecha
económica en el Perú no quiere nuevas sorpresas ni sustos como los que pasó en
el 2011, porque quizás ha entendido que el nivel político de sus representantes
(Fujimori, Toledo, Acuña, Kuczynski) ya no dan la talla para enfrentar un cada
vez mayoritario rechazo al continuismo, y porque también quizás temen que Alan
García y el APRA, el verdadero animal político capaz de conquistar una elección
para la derecha, quede mal parado y hasta inhabilitado por los casos de los
“narcoindultos” y demás joyas de su último gobierno que enfrentan sendas
investigaciones en el Congreso de la República y en la Fiscalía. Entonces no
quedaría de otra, basta de ser la sombra tras las decisiones políticas, es hora
de hacer política, es hora de que los empresarios dirijan el barco y un rostro
nuevo que derrama éxitos personales y oculta mezquindades podría ser el camino.
Don Roque, por
supuesto, lo ha negado. O lo ha negado a medias. En una reciente entrevista
publicada en la revista Velaverde cuando le preguntan sobre su probable
candidatura, don Roque dice, luego de sonreírse, “diré como escuchaba ayer a
Pedro Pablo Kuczynski: eso es todavía muy prematuro. No hay tal caso”. Sin
embargo sí afirma que hace política a través de sus opiniones. Más adelante, a
pesar de negar su candidatura, responde a una pregunta como si de un mitin de
campaña se tratara y afirma “por mi experiencia profesional veo que el problema
del Estado peruano es la falta de capacidad de gestión, y lo que caracteriza a
la empresa privada buena, responsable, seria exitosa, es precisamente la
capacidad de gestión. Me da la impresión de que todas las especulaciones que
están haciendo con respecto a mí se trata de que andan buscando gente que pueda
tener mayor capacidad de gestión”. En otras palabras dirigir el Estado como si
fuera una empresa, una empresa privada claro.
Pero en la misma
entrevista don Roque muestra el rostro duro que lo ha hecho uno de los
empresarios más resistidos por la clase trabajadora y por los sectores de
defensa medioambientales. Don Roque es pues el gran jefe de la minera
Buenaventura, accionista minoritaria de Yanacocha, y al ser consultado sobre si
pediría disculpas por los casos de contaminación que la gran minería ha
generado en el país y en la salud de los peruanos como en el caso del pueblo de
Choropampa donde un derrame de mercurio perjudicó terriblemente la salud de
casi toda la población, don Roque responde que “eso fue un accidente… ¿a quién
le tengo que pedir disculpas? Las disculpas tienen que ser cuidar la salud de
esos que se vieron contaminados, cosa que se hizo” un tufillo a la vieja
patronal asoma en las palabras de don Roque.
¿Se nos viene un fin de ciclo?
No son pocos los que
advierten un panorama político difícil de cara al 2016. Continuismo y
profundización del programa y del sistema que mejor se le acomoda a la derecha peruana,
parecen ser los riesgos probables en el horizonte. Alberto Adrianzén ha
advertido el fin de un ciclo político que se inició en la transición
democrática del 2001, tras la caída de la dictadura fujimorista, y que parece
cerrarse con Humala y el secuestro de la promesa de la Gran Transformación.
Adrianzén teme que lo que se viene es “la consolidación de un continuismo y de
un bloque en el poder que no quiere cambiar el actual orden político,
económico, social y cultural, ni tampoco modificar nuestros vínculos con el
mercado mundial. Hoy los empresarios quieren participar en política para
garantizar que nada cambiará y proteger sus privilegios. Es el tiempo de una
“democracia patronal””. Sentencia el Parlamentario Andino.
Y este panorama es
real y está a la vuelta de la esquina. Asoman hechos que serían parte de este
contexto. El más llamativo de todos es la escandalosa concentración de medios
que el Grupo El Comercio tiene (ya hemos tratado este tema en una anterior
ocasión) y sabido es que este grupo que dirige y conduce una línea editorial
favorable a la gran empresa, a la gran minería, inclusive a los grandes
capitales chilenos sería absolutamente favorable a una candidatura de don Roque
y sus amigos. Ya en la última contienda electoral fuimos testigos de lo sucio y
bajo que pueden llegar a ser los grandes medios de comunicación para inclinar
la balanza en un sentido y enlodar, a punta de mentiras y ruindades, cualquier
discurso diferente. El periodista Raúl Wiener mencionó en una de sus recientes
columnas que Fritz Du Bois, director de El Comercio, habría dicho frente a un grupo de empresarios
“que la compra de Epensa era una operación política y no un mero asunto de
negocios”.
Se nos viene una
avalancha para capturar por completo el poder político y el movimiento social y
los sectores progresistas están, una vez más, peligrosamente desarticulados.