Por. Henry Córdova
Bran
Luis Miguel Castilla fue el Ministro que la CONFIEP
impuso al ganador de las últimas elecciones presidenciales para que se ponga al
frente del MEF. Su poder al interior del ejecutivo se evidenció en más de una
ocasión al punto de ser el único Ministro que se mantuvo desde el primer
gabinete hasta ahora. Más de tres años después, Castilla renunció aduciendo
“motivos personales”. ¿Cambia en algo el gobierno tras la salida del poderoso
hombre del MEF?
Quizás algún día
sepamos que pasó realmente en el lapso de tiempo entre que Humala ganó la
segunda vuelta y el día que armó su primer gabinete con el que asumió el
mandato. De todo ese gabinete lo que más llamó la atención fue la inclusión de
Castilla para dirigir el MEF, lo cual suponía la continuidad de la política
económica que se aplicaba desde la época de Fujimori. Castilla había sido
Viceministro de Alan García y su participación en el Gabinete del presidente
que había prometido en campaña La Gran Transformación, primero, y una hoja de
ruta, después, no caía bien entre quienes, desde el principio, apoyaron la
candidatura de Humala.
A partir de allí
hasta el último Domingo 14 de setiembre del 2014 Castilla se mantuvo en el Ejecutivo
acaparando cada vez más poder, llegando incluso a ponerse por encima de la
autoridad de un Premier como Villanueva al que desautorizó con la colaboración
de la Primera Dama Nadine Heredia. Castilla cumplió el rol que la CONFIEP le
confió, mantener a raya a Humala cada vez que el temido color rojo de su polo
de campaña asomaba. Es emblemático el momento en que Humala hablaba de temas
como la posible compra de REPSOL o se ponía en agenda el aumento del sueldo
mínimo, era Castilla quien rápidamente salía a declarar y poner paños fríos
entre el sector de la derecha que veía con malos ojos estas propuestas.
Fue por razones como
éstas que los sectores populares veían en Castilla el blanco de sus reclamos y
pedían su salida como una de las principales demandas. Los gremios de
trabajadores, organizaciones sociales, pueblos indígenas, movimientos políticos
de izquierda veían en Castilla el símbolo del viraje contundente de Humala una
vez conseguido el gobierno. Castilla, sin embargo no sólo se mantuvo firme
durante cada derrumbe de los gabinetes que ha tenido el gobierno, sino que iba
ganando más poder, llegando incluso a poner a uno de sus Ministros favoritos en
el Premierato.
El aparente adiós de Castilla
Fue precisamente con
el Premier favorito que haya tenido Castilla, René Cornejo (no es raro decirlo
de esta manera, teniendo en cuenta que era Castilla quien realmente controlaba
el Gabinete) que se inició el proceso de alejamiento de Castilla del gobierno.
La manera grotesca en que Cornejo salió en medio de denuncias de Lobbies al
interior del ejecutivo y al más alto nivel, llegó a remecer el propio bastión
del MEF. Los correos filtrados que se hicieron públicos en las últimas semanas
dieron cuenta del nivel de influencia de la empresa privada en las decisiones
del ejecutivo. La llamada “ley Coca cola” de la última semana empezó a
desbordar el vaso.
Sumándose a esta
coyuntura, Castilla empezaba a perder la imagen de poderoso Ministro de
Economía frente a una economía de escaso crecimiento, ante cuya única respuesta
eran los paquetes económicos para reducir las trabas de la inversión privada, a
costa de la estabilidad laboral y la seguridad ambiental. El revés de las
aportaciones de los independientes a la AFP Hábitat que Castilla defendió hasta
el final le debe haber significado un duro golpe político, en la medida que
incluso sectores políticos de derecha empezaban a pedir su cabeza en el
parlamento.
En este contexto
Castilla decidió irse, no se arriesgó a que lo echaran aún cuando era poco
probable que Humala lo hiciera dada su ya irreversible sumisión a la receta de
la política económica de la CONFIEP. Castilla se fue ensayando una sonrisa, por
la puerta grande, en medio de aplausos en el salón dorado de Palacio de
Gobierno. Como el impecable Ministro que no fue.
Lo que no se fue con
Castilla fue el modelo económico o la política económica, el propio Humala
salió el martes a declarar que con el nuevo Ministro, Alonso Segura, asesor
principal del MEF en la gestión de Castilla, la política económica es la misma
y que, como si con ello quisiera tranquilizar a la CONFIEP, la política
económica se iba a reforzar con un segundo paquete de medidas económicas para
acelerar la inversión. Castilla no se fue para que las cosas cambien al
interior del MEF, para eso dejó un seguro cuyo apellido refuerza esta
intención, el modelo está asegurado, qué duda cabe.
Resulta extraño que
quienes más se han mostrado conformes con la salida de Castilla sean el
aprismo, el fujimorismo, el PPC entre otros sectores de la derecha política.
¿Es que no les gustaba como se conducía la política económica? Nada de eso.
Nunca antes habían discutido la presencia de Castilla, y el hecho de que hayan
pedido su cabeza a raíz de la crisis de los “cornejoleaks” es meramente
moralista y populista, ¿no es irónico ver a los apristas y a los fujimoristas
rasgarse las vestiduras al comprobarse la injerencia grosera de lobbies en el
ejecutivo? Pero el modelo no se discute, es intocable.
Por el contrario,
quienes más pidieron la salida de Castilla en estos tres años, no han mostrado
mejores ánimos a raíz de su renuncia, queda la sensación que Castilla no se fue
en realidad, que lo que él encarna sigue presente en el MEF y en la tecnocracia
que se ha adueñado del Ejecutivo, casi secuestrándolo. La CGTP ha mostrado su
escepticismo de que todo seguirá igual y que los trabajadores seguirán sin ser
escuchados en el MEF, los Ministerios del Ambiente y de Cultura seguirán siendo
una sombra, Cecilia Blume y muchos otros seguirán enviando correos para que
algún Ministro les acelere un trámite, el Estado seguirá de espaldas ante los
conflictos sociales aunque mueran inocentes en La Convención o líderes
Asháninkas a manos de madereros ilegales, de espaldas a Máxima Acuña y a Aida
Gamarra.
Algún día sabremos
como la CONFIEP secuestró al candidato Humala y anuló la Gran Transformación,
aunque lo sospechemos.