Por: Henry Córdova
Bran
Durante la última
semana se han realizado en Lima dos marchas numerosas para rechazar la
candidatura de Keiko Fujimori. Asimismo, en diferentes partes del país a las
que la candidata de Fuerza Popular ha llegado con fines proselitistas, ha sido
rechazada y hasta se ha visto obligada a cancelar sus mítines. ¿Se justifica
este rechazo ciudadano a la candidata que encabeza las preferencias del voto,
según las encuestas?
El viernes 11 y el martes
15 de marzo las principales calles del centro de Lima volvieron a ser escenario
de masivas movilizaciones, en las que miles de hombres y mujeres, en su mayoría
jóvenes, mostraron su rechazo a la candidata del fujimorismo. Allí estuvimos,
no para cubrir la información de manera periodística, sino para participar y
ser parte de esta movilización, ejerciendo nuestro derecho ciudadano a
manifestarnos y expresar libremente una opinión en torno a una coyuntura
política que nos preocupa y que tiende sobre el país un futuro que consideramos
nefasto.
Después de la primera
marcha contra Keiko era de esperarse que los medios de la gran concentración
minimizaran la contundencia de la movilización, razón por la que los colectivos
que llamaron a la marcha y las personas que participaron en ella utilizaron las
redes sociales para difundir las imágenes y los informes respectivos. En mi
cuenta de Facebook compartí esta información, y es aquí que dos amigos, a
quienes aprecio, ex compañeros de aulas sanmiguelinas, cuestionaron estas
marchas considerándolas poco democráticas, y afirmando que si no nos gusta uno
u otro candidato, esto debe reflejarse el 10 de abril, en las elecciones, donde
el pueblo elige libremente, además tildaron a los manifestantes de “pulpines” y
violentistas o intolerantes; razón que impulsó la elaboración de esta nota a
modo de respuesta.
No hay intolerancia, hay memoria
Keiko Fujimori,
representantes de Fuerza Popular y simpatizantes del fujimorismo han respondido
a estas movilizaciones acusándolas de intolerantes, antidemocráticas y hasta de
ser promovidas por el gobierno de Humala; incluso se ha dicho que quienes
participan de ellas son terroristas y defensores de terroristas.
Lo cierto es que
estas manifestaciones responden a una sensación creciente de rechazo, no solo a
la candidatura de Keiko, sino también a la de Alán García; sin embargo se
concentra más en Keiko porque la hija del dictador Fujimori encabeza las
encuestas y se ha probado que ha violado la Ley Electoral constantemente
regalando dinero, que fue la misma razón por la que se excluyó la candidatura
de Acuña, por lo que hay un sentimiento de rechazo al trato diferenciado que el
JNE está dando al fujimorismo cuando debiera recibir la misma sanción y ser
excluida del proceso electoral.
Pero además porque
Keiko Fujimori encarna y representa al gobierno de su padre, hoy preso por
crímenes de lesa humanidad, corrupción y desvío de fondos de las Fuerzas
Armadas para la compra de líneas editoriales y financiamiento de los diarios
chicha durante la década de los 90. Han pasado casi quince años desde que
Alberto Fujimori renunció a la presidencia de la manera como solo lo hacen los
cobardes, amparado en una mentira abandonó el país aduciendo un viaje de
representación, para luego enviar un fax al Congreso de la República indicando
su renuncia, mientras el país veía día a día nuevos destapes que evidenciaban
la podredumbre de corrupción del régimen, la cual era imposible que el
mandatario no estuviera enterado.
El fujimorismo fue
pues una dictadura cívico-militar corrompida y corruptora, que alcanzó a
enlodar todas las instituciones del Estado y que se amparó en un logro que no
le correspondía para justificar sus atrocidades: la pacificación del país y la
eliminación del terrorismo. Y no le correspondía porque la captura de Abimael
Guzmán y la cúpula del senderismo no fue obra de una estrategia trazada por el
gobierno, sino de una operación secreta de la que Fujimori se enteró por los
medios y que después se apropió; lejos de terminar la tarea de acabar con los
remanentes de Sendero, Fujimori les dio el respiro para que la alianza entre el
terrorismo y el narcotráfico se asiente en la selva; y hasta en eso el Estado
poco a poco fue siendo parte también de esa mafia, al punto de hallarse en una
oportunidad 170 kilos de Cocaína en un avión de la FAP en la que iba el edecán
del presidente Fujimori. Los tripulantes de aquel avión fueron absueltos,
incluido el edecán del presidente, por un Poder Judicial sometido al ejecutivo.
El rechazo a Keiko
Fujimori no es porque su padre haya sido un dictador, cuyo gobierno canceló la
democracia en 1992 mediante un autogolpe, impuso una política de Estado
criminal que asesinó inocentes como los sonados casos de Barrios Altos y La
Cantuta, pero no fueron los únicos; que eliminó líderes sindicales como el caso
de Pedro Huilca, por poner solo un ejemplo; que secuestró y torturó personas
contrarias al régimen y que en general promovió el terrorismo de Estado a
través de un grupo paramilitar como el Colina, del cual más de un miembro ha
asegurado que el presidente tenía conocimiento de su existencia y de sus
acciones; que impulsó una política de esterilizaciones forzadas a miles de mujeres, campesinas en su mayoría, como una perversa forma de cumplir metas de planificación familiar. No por ser hija del presidente que es responsable de que se haya
impuesto en el Perú una cultura de la basura dirigida desde los medios de
comunicación, y que privatizó sectores estratégicos de nuestra economía a
precio de regalo y enriqueciéndose a costa de ello, y que permitió que su asesor
Vladimiro Montesinos hiciera del Estado la más grande telaraña de corrupción
que se haya visto en toda nuestra historia. No es por eso que su candidatura
causa rechazo señora Fujimori; es porque usted fue parte de todo eso y nunca
hizo nada por denunciarlo o apartarse de él, y porque en quince años el
fujimorismo que usted sigue promoviendo no ha dado muestras de haber cambiado,
más allá de discursos laxos que usted intenta maquillar para dar la idea de un
fujimorismo democrático, en el que nos es imposible creer.
El fujimorismo fue el
resumen de nuestros peores males como país y ese es el fujimorismo que miles de
personas en Lima, en Cusco, en Tacna, en Chimbote, En Piura y en cada ciudad
del país empieza a rechazarse. Nos vemos el 5 de abril, fecha en que le haremos
recordar porqué se justifica nuestro rechazo a su candidatura.