Por: Henry Córdova Bran
Afortunadamente, la inquietud final del artículo de la semana
pasada (El Perú Sigue Siendo) no terminó por concretarse. Es decir, Siria no ha
sido, al menos por ahora, bombardeada. Sin embargo, la tensión en el Medio
Oriente continúa. ¿Podrá EEUU continuar haciendo alarde de su soberbia
imperialista y su poderío militar que lo ha llevado a una infame historia de
mentiras, guerras y muerte?
Dan muchas ganas de
decir ¡Ya Basta! Aunque sea un país pequeño, o aunque sea una ciudad entre
muchas ciudades, o un barrio entre millones de barrios o aunque sea un ciudadano
en medio de millones en todo el mundo, por insignificante y lejano que parezca
ese grito, francamente dan ganas de decir ¡Ya Basta! Y decírselo abiertamente
al Gobierno de los EEUU de América, abiertamente para que no tenga necesidad de
espiar de dónde viene ese grito. Les ahorramos el trabajo y decimos ¡Ya Basta!
¿Cuántas veces más querrá su bota pisotear vidas que luego llamarán “daños
colaterales”?
Basta recordar
–aunque sea triste o de rabia hacerlo- como arremetieron en Vietnam, en
Centroamérica, tanto en Granada, Nicaragua, El Salvador, Panamá –intentaron con
Cuba y no pudieron-; promovieron el golpe en Chile –el 11 de setiembre se
cumplirán 40 años desde ese nefasto golpe que terminó con el gobierno y la vida
de Allende- estuvieron detrás de cada operación militar en Sudamérica mediante la Operación Cóndor, luego en el
medio oriente, La Guerra del Golfo, en África intervinieron en Somalia, en Europa
del Este bombardearon Servia y Yugoslavia y en este nuevo siglo, tras los
atentados del 11-S, se han sucedido casi en una década ataques e invasiones a Afganistán,
Irak, Libia y Pakistán. Hay una pregunta
que ronda en el mundo: ¿Cuántas muertes han causado las guerras, ataques e
invasiones que tiene en su historia EEUU? La respuesta debería causar el más
absoluto rechazo e indignación hacia esa tradición bélica del imperialismo
norteamericano.
EEUU: Una historia bélica infame
Dice Eduardo Galeano
que “EEUU vende una guerra como se venden los automóviles” es decir apelando a
las mentiras. Para ello se remite a dos hechos que son históricos: “en el año
1964 el presidente Lyndon Johnson denunció que los vietnamitas habían atacado
dos buques norteamericanos y entonces el
presidente Johnson invadió Vietnam; cuando ya la guerra había destripado a una
gran multitud de vietnamitas, en su mayoría mujeres y niños, el ministro de
defensa de Johnson confesó que el ataque a los dos buques nunca existió. Los
muertos no resucitan y en marzo del año 2003 el presidente George W. Bush
anunció que Irak estaba a punto de aniquilar el planeta con sus armas de
destrucción masiva que eran, según él, las armas más letales jamás inventadas y
entonces el presidente invadió Irak y cuando la guerra había destripado a una
gran multitud de iraquíes, en su mayoría mujeres y niños, el propio presidente
Bush admitió que estas armas de destrucción masiva jamás existieron y que esas
armas letales jamás inventadas habían sido inventadas por él”.
Más allá del estilo
con el que Galeano expone algunas verdades incómodas, es innegable que hay una
tradición del gobierno de los EEUU que lo hace inseparable de las aventuras
bélicas, no porque sea un pueblo guerrero y militarista como algunos pueblos de
la antigüedad, sino más bien porque hace uso de la guerra como un mecanismo
para afirmar su posición geopolítica en el mundo y para afianzar sus negocios.
Para tal efecto,
resulta interesante los datos que aporta Raúl Sohr, periodista y sociólogo
chileno, en su libro “Claves para entender la guerra” en cuyo capítulo
dieciséis, vale decir la clave dieciséis, aborda el tema de “La hegemonía
militar de Estados Unidos” en él, Raúl Sohr afirma que “Norteamérica buscó hace
muchas décadas ser un poder global con alcance global. El propósito está
cumplido. El presidente George W. Bush adscribe a la escuela del realismo
político que cree que un gran poder es tal porque ejerce su imperio con
plenitud” y a continuación Raúl Sohr hace un recuento histórico de las últimas
expediciones militares de EEUU desde Vietnam hasta Irak (el libro fue publicado
en el 2003) y recuerda que entre Vietnam en las décadas del 60-70 hasta la
invasión en Granada a principios de los años 80 “el pentágono sólo cosechaba
reveses bélicos”. En efecto, tanto en Vietnam como en Granada y pasando por la
desastrosa operación de rescate de rehenes norteamericanos en Irán, los
resultados no fueron precisamente los que esperaban en Norteamérica. Eran los
tiempos de la Guerra Fría.
Todo empieza a
cambiar tras la caída del bloque soviético a principios del 90. Con la invasión
a Panamá con el objetivo de capturar al presidente Manuel Noriega, a pesar que
éste había sido informante pagado de la CIA, se inaugura una etapa favorable a
las expediciones militares de EEUU. Cabe rescatar el pasaje que resalta Sohr en
el que un periodista le preguntó al presidente George Bush (padre) “¿valió
realmente la pena mandar gente a morir para esto, para sacar a Noriega?” Bush
respondió “cada vida humana es preciosa y, sin embargo, debo responderle, sí,
valió la pena”. Se registra que en ese conflicto murieron 4500 panameños y 23
soldados norteamericanos.
De allí en adelante
la eficacia del poderío bélico norteamericano ha ido en aumento. Cada incursión
militar, ya sea de manera unilateral o acompañado por países cercanos a Washington
como el Reino Unido, Francia, Israel, entre otros, tuvo resultados contundentes.
En la segunda mitad de la década de los 90 a través de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) EEUU hizo sentir su poderío tanto en Serbia
como en Yugoslavia, bajo la excusa de “ayuda humanitaria”.
El Siglo XXI y la confirmación de la hegemonía
EEUU finalizó el
siglo XX con dos hechos bélicos que marcaron el inicio de los desaires que el
poderoso país del norte le ha venido haciendo a la ONU. En 1998 bombardeó Sudán
y Afganistán y en 1999 inició la guerra de los Balcanes. En ambos casos sin
acudir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en aquella ocasión Madeleine
Albright, Secretaria de Estado de Clinton afirmó que “si tenemos que usar la
fuerza, es porque somos EEUU. Tenemos nuestro orgullo. Miramos hacia el futuro
más lejano” la soberbia imperialista se empezaba a posicionar.
Pero fue tras los
hechos del 11-S y bajo el gobierno de George W. Bush (hijo) que la política
exterior de EEUU se encaminó a posicionar su Hegemonía a nivel mundial. Bajo la
máxima de “Guerra contra el Terrorismo” Bush justificó una estrategia
geopolítica mucho más agresiva que emplearía, con la carta abierta del Congreso
y gran parte de su población, todos los recursos disponibles para una carrera
militar que en 10 años intervino en los países del Medio Oriente que le eran
más incómodos. A estos regímenes los llamó “eje del mal” y entre ellos
mencionó a Irán, Irak y Corea del Norte,
luego serían incluidos Libia, Siria y Cuba, tal como lo dijo el Sub Secretario
de Estado John Bolton el 06 de mayo del 2002.
En el documento
llamado “La estrategia de Seguridad Nacional” se lee que “Si bien Estados
Unidos tratará constantemente de obtener el apoyo de la Comunidad
Internacional, no vacilaremos en actuar por nuestra cuenta, si es necesario,
para ejercer nuestro derecho a la autodefensa mediante la acción preventiva”.
El resto es historia más o menos conocida: Irak y Afganistán fueron ocupados y
reducidos a escombros, Libia corrió la misma suerte y ahora la amenaza se
cierne sobre Siria.
El horror que se ha
desatado desde la bota imperialista norteamericana, acompañada de Occidente,
cuenta muertos por miles, mujeres, niños, hombres y mujeres civiles a los que
el gobierno de EEUU llama “daño colateral”. El abismo sin retorno puede estar a
la vuelta de la esquina.
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