Por: Henry Córdova
Bran
El 18 de enero último
se cumplieron 104 años del nacimiento de José María Arguedas. En razón de este
aniversario reproducimos a continuación parte de una entrevista que le
hiciéramos a Hugo Blanco con motivo de la COP 20 en diciembre pasado. Antes de
finalizar esa entrevista con el mítico guerrillero de los años 60 hablamos
sobre la peculiar relación epistolar que desarrolló con el Amauta Arguedas cuando estaba preso en El Frontón.
Desde hace un tiempo pareciera que hay una revalorización
de la imagen de Arguedas en la cultura nacional y en el pensamiento nacional
Bueno yo creo que una
de las razones por las que se suicidó Arguedas, es lo que yo creo, es que él en
Chimbote vio como los Quechuas se desquechuizaban
y por eso no termina su novela “El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo” porque
el vio que se iba a extinguir la cultura
Quechua, creo que si el viviera ahora no se suicidaría porque hay un
renacimiento del Quechua, cada vez hay menos gente que se siente mal por apellidarse
Quispe o Huamán, ¿por qué? porque hay un renacimiento del orgullo indígena en
el mundo. Yo me sentí feliz cuando vi en París que la revista de Los Verdes se
llamaba Pachamama, eso es un poco de injusticia porque no solo los quechuas
defienden la naturaleza sino todos los indígenas del mundo. El indígena
considera que la naturaleza es su madre, de cualquier parte del mundo Perú, México,
Australia, del Norte de Europa. Creo que no es una cuestión étnica, yo no
pertenezco a la misma rama étnica que los africanos pero tenemos el mismo
pensamiento. Arguedas veía así el mundo pero sentía que ese mundo indígena
estaba decayendo, ahora porqué digo que no se suicidaría, porque, esa defensa
de la naturaleza que hacen los indígenas del mundo es respetada por los
llamados eco socialistas.
¿Esa defensa es la que lo emocionó cuando ustedes se
levantaron en la Convención?
Claro, por ejemplo,
el movimiento “Idle no more” en Canadá es el que encabeza la defensa de la
naturaleza y en todas partes del mundo vemos que los indígenas se levantan. Por
ejemplo el Bulling que es el producto de la educación civilizada que recibimos
ahora, el “piensa en ti y en nadie más”, un individualismo tremendo que es el
súper egoísmo. Pero, por ejemplo, en Sudáfrica un antropólogo puso frutas y
dulces al pie de un árbol y les dijo a unos niños “corran el que llega primero se gana todo” pero los niños se
cogieron de las manos y corrieron juntos, allí no hay bulling pues. Cuando el
antropólogo dijo “pero porque no
compitieron uno pudo llevarse todo” los niños le respondieron “porque si uno de nosotros se queda sin
comer todos lloramos”.
Eso mismo lo tenemos
nosotros, los más salvajes. A mí no me molesta que me digan salvaje porque
salvaje significa no domesticado. La épica indígena es lo que nos lleva a
defender la naturaleza, a los indígenas de todo el mundo, por eso digo que
ahora no se suicidaría.
¿Cómo fue su relación con Arguedas cuando usted estaba en
la cárcel?
Bueno personalmente
no lo conocí, como estábamos en el frontón y muchos compañeros no teníamos
familiares, las visitas eran colectivas; entonces Sybila de Arguedas visitaba a
un compañero del centro que estaba preso en Lima y como eran colectivas las
visitas, Sybila me conoció y le informó a José María,;entonces él me mandó su
novela “Todas las Sangres” con una corta dedicatoria en castellano y tuvo la gentileza
de corregir los errores de imprenta. Y Sybila me dijo, “te ha dedicado esto pero quería dedicarte en Quechua pero se chupó”,
entonces le escribí una carta en Quechua “como
nos vamos a avergonzar de hablar nuestra lengua” y le dije mucho, que yo lo
respetaba mucho, y él recibió la carta y Vidales que estuvo con él ese día,
contó que toda la noche estuvo caminando y no dormía y dijo “ese si es un verdadero indio” entonces
me escribió una respuesta en Quechua también y le pidió a Sybila que me pidiera
permiso para publicar mi carta y bueno yo dije lo que sentía en mi corazón eso
es lo que he escrito pero si quiere publicarla no tengo nada en contra;
entonces la tradujo y la publicó, ¡ah! y me pidió permiso para visitarme, pero
yo le dije que no, que no era un ambiente como para encontrarnos, bueno y después me arrepentí
porque por visitarme tal vez no se hubiera suicidado.
Bueno le escribí una
segunda carta y le escribí un cuento en el que relato la verdad de un dirigente
indígena, “El Maestro” se titula ese cuento de un dirigente indígena que conocí
de joven y le cuento de él y dijo él (Arguedas) “bueno esta carta la voy a leer
el lunes” y se mató el viernes ¿no?
Bueno luego Sybila
vino para que le tradujera el cuento. Esa fue la relación que yo tuve con
Arguedas.
Es lo último que dice
Hugo Blanco mientras mira con esa mirada tan larga con la que se mira al pasado,
y al mirarlo quiero creerle que lo que dice es cierto, que si Arguedas viviera
ahora no se suicidaría. Entonces, nos tocará reivindicar esa esperanza.