Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

jueves, 14 de diciembre de 2017

ESTA CRISIS DE LA DEMOCRACIA NO ES DE AHORA

Por. Henry Córdova Bran

No sorprende la revelación de los negocios entre las empresas vinculadas al presidente y ODEBRECHT. Lo que preocupa es que hemos llegado a un momento de desencadenamiento de una crisis estructural de nuestra democracia. Y sin embargo esta crisis no es actual, nos viene de muchos años atrás. Vista en el tiempo, la crisis de la democracia que heredamos de los noventa no la superamos, solo cambiaron los actores y las actrices.

Los documentos mostrados por la comisión Lava Jato el último miércoles no hacen más que confirmar algo que sabíamos: que el presidente es un lobista. Lo grave es que el presidente tiene que responder a un evidente caso de conflicto de intereses cuando era un alto funcionario del gobierno de Alejandro Toledo.

Lo cierto es que el último capítulo ODEBRECHT ha desatado una crisis política que pone en el ojo de la tormenta al propio Presidente Kuczynski y que ha precipitado los pedidos de renuncia o de vacancia del presidente. En el momento en el que se escribe este artículo las bancadas en el Congreso de la República se reúnen entre ellas para decidir cuál será su posición. Mientras el fujimorismo plantea la renuncia, el Frente Amplio manifiesta que la figura para la salida de esta crisis es la vacancia del presidente, que Vizcarra asuma la presidencia y que se convoque a alecciones generales presidenciales y congresales en un plazo inmediato.


Mientras tanto aún están pendientes las acusaciones constitucionales contra el Fiscal de la Nación y el Tribunal Constitucional en un intento de acallar las investigaciones por casos de corrupción a Keiko Fujimori y Alan García.

La democracia secuestrada

Si bien es cierto la crisis se hace manifiesta con mayor énfasis cuando el escándalo de la corrupción toca directamente la figura del Presidente de la República, lo cierto es que la revelación de los pagos de ODEBRECHT no sorprende. La historia de Pedro Pablo kuczynski está poblada de vínculos con grandes empresas y negociados que merecen más de una investigación desde sus años como funcionario del gobierno de Velasco, en el que tuvo que huir oculto en la maletera de un auto. No sorprende porque además no es solo Kuczynski, la clase política que nos ha gobernado y la que nos ha querido gobernar tiene, por lo menos, gruesas sospechas de vínculos con la corrupción.

El fin del gobierno de Fujimori debió ser un tiempo de bisagra para la democracia en el país. Hemos recordado en un artículo anterior que tras la caída del régimen de Fujimori una comisión en el congreso presidida por el entonces congresista Javier Diez Canseco investigó los delitos económicos del fujimorismo y encontró que la corrupción del gobierno se erigía sobre una legislación en materia de contrataciones del Estado que era necesario cambiar, tal como se indicó en las recomendaciones del Informe de la Comisión de Diez Canseco. La recomendación señalaba puntualmente la “Revisión en forma integral por parte del Congreso Nacional a través de sus Comisiones Ordinarias, de la Legislación y Normas reglamentarias vigentes referidas a la privatización de empresas públicas en sus diversas modalidades según el Dec. Leg. 674.

El informe de esta comisión se presentó el 2002; sin embargo, esto no ocurrió. Ni se cambió la Constitución fraudulenta de Fujimori, ni se revisaron estas modalidades de contrataciones, privatizaciones o concesiones que en los 90 favorecieron groseramente a las grandes empresas y que en muchos casos fueron parte de la corrupción que, según cálculos de Alfonso Quiroz, le costaba al Perú alrededor de 2mil millones de dólares anuales.

¿Nos sorprende lo de Kuczynski? No. Pero si debiera indignarnos, debiera generarnos una sensación de ¡Basta Ya! Sin que eso nos tape la visión de que es una crisis no de un solo nombre, no solo del presidente, es una crisis estructural que sobrevivió a la marcha de los cuatro suyos, que sobrevivió al gobierno de transición, y a los gobiernos de Toledo, de García, Humala y al actual gobierno, el del endeble ejecutivo de PPK y el del gobierno de facto del Congreso de la República a manos del fujimorismo.

No sabemos si en las próximas horas o en los próximos días, se decida la suerte del presidente, si la presión lo lleve a renunciar o si el parlamento tome la decisión de vacarlo por incapacidad moral, o si se adelantarán las elecciones. Lo cierto es que cualquiera de los escenarios nos introduce a una crisis de representatividad. Quizá nunca más se nos hacen más actuales las palabras de Gonzáles Prada, “En el Perú, en cualquier lugar donde se pone el dedo sata la pus”, para el caso de esta crisis, la pus de la corrupción salta en todas direcciones.

¿Estamos listos como país para asumir y encarar los escenarios que pueden venir? No somos una República de ciudadanos y ciudadanas con vocación política, pero quizá el descontento y la indignación nos lleven a repensar el Perú que queremos, partiendo desde el Perú que no queremos.


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