Por: Henry Córdova Bran
Escribo este artículo el 3 de mayo, día internacional de la Libertad de Prensa. Mientras empiezo, recuerdo que el maestro Javier Darío Restrepo, afirmaba que si bien es cierto los medios de comunicación son empresas privadas, “no son como una tienda de zapatos, son empresas privadas pero en función de lo público” vale decir que se deben al público que los consume. Sin embargo, pareciera que en el Perú importa más lo primero que lo segundo.
Luís Miró Quezada de la Guerra, en una entrevista que César Hildebrandt le hace al entonces director del diario El Comercio y que se publicó en Caretas en febrero de 1977, daba la siguiente expresión: “Yo he escrito muchas editoriales en mi vida y todavía estoy en capacidad de seguir; ahora seguramente he caído en algún error, en algunos errores, pero lo que puedo decirle a usted (refiriéndose a Juan Velazco Alvarado sobre lo que le dijo en una conversación) es que nunca he escrito un editorial en contra de mi conciencia. Yo creo que es lo único que debe pedírsele a un periodista: que no escriba nunca en contra de su conciencia, que sea fiel a sus sentimientos, a su deber”.
De aquellas palabras han pasado 34 años. Tres décadas marcadas por situaciones políticas de diferentes matices: el fin del gobierno militar y la vuelta a la democracia de los años 80, la dictadura cívico-militar del fujimorismo en los 90 –después del autogolpe del 92-, y nuevamente el retorno a la democracia del 2000 hasta nuestros días. En todos estos años se constata algo que es lógico pero que invita a plantearnos algunas preguntas, y que queda resumido a una frase que el extinto periodista Argentino y director en vida de del diario Crítica, Jorge Lanata, decía: “Los gobernantes pasan, nosotros –la prensa- quedamos”.
Y la existencia de la Prensa es necesaria en una sociedad porque la prensa informa y la información es el pilar básico de toda democracia. Pero ¿qué diría después de 34 años el señor Luís Miró Quezada si viera en lo que se ha convertido el Diario El Comercio y todo el grupo económico-periodístico al que pertenece?
EXPRESIÓN DE INTERESES
Decimos esto porque, como dijimos en un anterior artículo, el papel que viene jugando la prensa peruana, y para ser más exactos los medios de comunicación, en la presente campaña electoral es lamentable e irresponsable. Los medios venden un producto, es cierto, pero no es cualquier producto, venden información que el gran público consume, y a partir de esa información se forma juicios y opiniones sobre la vida misma del país.
Pero pareciera, cuando uno se sienta a mirar la televisión o lee los diarios más difundidos a nivel nacional, que estamos en medio de una especie de conspiración concertada y planeada para inclinar las decisiones del electorado peruano hacia un lado de la balanza: La candidatura de la señora Keiko Fujimori.
Está claro que las baterías están enfiladas hacia el candidato de Gana Perú, que ganó la primera vuelta y que continúa, según las primeras encuestas, teniendo la primera opción de ser el nuevo presidente del Perú. ¿Pero es que acaso cae tan mal Ollanta Humala y tan bien Keiko Fujimori? Evidentemente que no es este el razonamiento. Para la gran Prensa y más aún para los grandes grupos económicos que están presentes en el Perú, sean estos nacionales o no, no se trata de simpatías. Se trata de intereses.
Sólo a partir de aquí se puede entender porqué cuando uno se acerca a un puesto de periódicos puede llegar a ver un promedio de ocho titulares que atacan al candidato Humala y dos que parecen apostar más bien por la no elección de la señora Fujimori. El desbalance es absoluto, y ni qué decir de la televisión, allí el monopolio parece favorecer absolutamente al fujimorismo. Pero el tema se vuelve mucho más tenebroso cuando salen denuncias como que dos periodistas son despedidos de Canal N, que es parte del Grupo El Comercio, por no aceptar órdenes de atacar literalmente la candidatura de Humala para favorecer a Fujimori, entonces uno se enfrenta a un ambiente maloliente de manipulación de la información.
Se trata de intereses decíamos porque pareciera que el filósofo norteamericano John Dewey tenía mucha razón al afirmar que “La política es la sombra que los grandes negocios arrojan sobre las masas”. Y la historia latinoamericana, incluida principalmente la historia peruana por supuesto, parece demostrarnos que los grupos de poder económico no se hacen mayores problemas entre subsistir en un régimen autoritario o democrático, lo importante es que el régimen, vale decir el gobierno, no ponga en riesgo sus intereses. Lo demostró el diario Clarín en Argentina que apañó la dictadura de Videla y lo ha demostrado con creces la gran prensa peruana durante la nefasta década fujimorista de la dictadura de los 90.
INTERROGANTES INCÓMODAS
La ola de críticas y de la campaña del miedo que parece dominar el ambiente político de estos meses tiene su explicación justamente en que la derecha peruana y las transnacionales temen que en un posible gobierno de Humala las grandes ganancias económicas que han mantenido hasta el momento se vean reducidas, lo que no pasaría en un posible gobierno de Fujimori. Para detener eso imponen desde los medios una desmedida avalancha de información para que tengamos terror de un candidato y elijamos a otro. Esto, por cierto es más que sospechoso y mafioso.
¿Porqué los despidos de dos periodistas, por no acatar órdenes que contradicen eso que Luís Miró Quezada llamaba fidelidad a la conciencia del periodista, no nos resultan indignantes en una sociedad que se dice democrática? ¿porqué extrañamente luego de despedir a estos periodistas, América Televisión, en el que también tiene acciones el Grupo EL Comercio, lanza al aire el programa de Jaime Bayli que utilizó toda la hora para atacar a un solo candidato de manera visceral, como si esa fuera la única cláusula de su contrato? ¿Por qué el periodista más respetado del Perú y con mayor credibilidad, es decir César Hildebrandt, parece estar desterrado de los grandes medios, aún cuando hay una creciente ola ciudadana que pide su presencia en la televisión como un acto de decencia y pluralismo democrático? ¿Por qué le tenemos tanto miedo al cambio, en un país donde las mayorías han gritado desde la marcha de los 4 suyos que lo que buscan es precisamente un cambio por un país más inclusivo, más equitativo y justo?
Acaso los grandes medios de comunicación, que son cada vez más parecidos a una empresa de zapatos que a una empresa periodística que produce información para el público, sigan amparándose en la legítima Libertad de Expresión para hacer expresión de sus intereses. Aunque felizmente pareciera ser que cada vez más peruanos y peruanas nos damos cuenta y pedimos una contienda electoral más justa, más democrática, dónde las ideas y los programas importen más que el fango, la mentira y el miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario