Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

viernes, 20 de mayo de 2011

AQUÍ NOS DECLARAMOS REBELDES

Por: Henry Córdova Bran
La historia de la evolución de las sociedades está marcada por la evolución de las ideas y por los sucesos históricos, que por lo general promueven cambios. La rebeldía ha sido el espíritu que ha promovido históricamente estos sucesos. En un momento como en el que vivimos en el Perú, es necesario promover la rebeldía de la moral frente a la amenaza de la indecencia.
Ser rebelde en el Perú es una hazaña. Rebeldes fueron los líderes indígenas frente a la colonia española y su sistema feudo-aristocrático y fueron ejecutados de la manera más cruel y vil que la historia haya registrado; rebeldes fueron las comunidades campesinas que una vez instaurada la República defendieron su tierra porque les pertenecía históricamente y fueron despojados y asesinados por compañías mineras apoyadas por diferentes gobiernos durante el siglo XX, la literatura indigenista lo ha registrado ampliamente. Rebeldes fueron los líderes sindicales y estudiantiles que decidieron no bajar la cabeza durante la dictadura fujimorista y fueron torturados y asesinados de la manera más perversa que un régimen puede torturar y asesinar.
Pero rebeldes fueron también los estudiantes de la primera reforma universitaria y consiguieron que la universidad dejara de ser un círculo elitista y europeizado para mirar hacia la América y su reto hacia el futuro; rebeldes fueron los trabajadores que reaccionaron frente a la explotación y conquistaron algunos de los derechos laborales que ahora debemos defender; rebeldes fueron las mujeres que se rehusaron a seguir mirando la vida social y política del país desde las cocinas, e irrumpieron en las universidades y luego en las organizaciones sociales y luego en la vida política del país, para votar primero y para ser elegidas después; rebeldes fueron los inmigrantes que llegaron a Lima expulsados por la pobreza y el despojo para conquistar una ciudad que, pese a que resiste a abandonar cierta mentalidad centralista y colonial, sucumbió a la emergente tradición de la provincia; y rebeldes fueron los jóvenes que cansados de una dictadura impresentable como la del fujimorismo marcharon heroicos y valientes hacia Lima en julio del 2000 para demostrar en la marcha de los 4 suyos que la dignidad puede más que un gobierno asesino y es más fuerte que la bota del militar que abandonó el honor por la canallada.
La moral y la justicia nos exigen ser rebeldes, porque el que no es rebelde no puede reaccionar frente a la indecencia o actuar frente al atropello. Y este Perú de hoy nos convoca a actos rebeldes y no hay acto más rebelde que defender la dignidad; y la rebeldía más sublime es la palabra escrita en los libros o en la prensa y oral en las plazas y en las universidades. Nadie podrá decir que un acto rebelde es un acto violento o subversivo, la rebeldía es creadora, una bella condición del espíritu que nos hace crecer como sociedad.
LA REBELDÍA DE LA MORAL
Pocos momentos en la historia del Perú nos han exigido mayores actos de rebeldía como el actual. Vivimos un momento en el que hay que elegir entre un posible gobierno que haga regresar a la conducción del estado a una banda de mafiosos y no a un partido político. O apostamos por un gobierno que busca una mejor distribución de la riqueza y que puede generar espacios de mejor gobernabilidad para el país, que no es solo un partido político porque es una alianza de sectores políticos progresistas, intelectuales, profesionales, artistas y personalidades destacadas del país. Y aquí no debemos temer al cambio que esto signifique, pero si debemos temer a un régimen que ha demostrado que asesina cuando alguien le incomoda, que tortura cuando alguien no se queda callado ante la injusticia y que roba el dinero público que tanto nos cuesta a los peruanos y peruanas.
Porque hay momentos en la historia que nos exigen decir las cosas claras. Y el fujimorismo que ahora pretende volver a gobernar el país fue y es una representación de todo lo inmoral, indecente y mafioso que el Perú haya vivido en toda su historia republicana.
Si los jóvenes fueron en el 2000 esa fuerza nueva y rebelde que fue capaz de denunciar de manera heroica la dictadura que pretendía perpetuarse 5 años más, deben ser los jóvenes ahora quienes, en un acto de rebeldía y decencia, detengan la posibilidad de que ese gobierno vulva a dirigir este país.
Esta rebeldía nuestra necesita de la memoria colectiva. Nuestros jóvenes necesitan saber cómo fue el fujimorismo durante esos 10 años oscuros, necesitan saber que allí se capturaba, se torturaba, se asesinaba, se hacía de la corrupción una práctica cotidiana y se sometía a la población con medios de comunicación embrutecedores, donde la dignidad era expulsada de los sets de televisión y de los titulares periodísticos. Todo eso era el fujimorismo, todo eso es la señora Fujimori y su entorno que acompañó a su padre y que acompaña ahora a la hija. Allí están Martha Chávez, Jaime Yoshiyama, Rafael Rey y el cardenal Cipriani, quienes nunca denunciaron durante esos 10 años al régimen, por el contrario lo aprobaron y aplaudieron.
Y son esos señores quienes pretenden gobernar nuevamente. Y parece ser que bajo el amparo de los grandes grupos económicos y medios de comunicación pretender borrar la memoria colectiva y buscan que los más jóvenes no conozcan la verdadera historia de esa década atroz.
Por eso convocamos a este acto rebelde de la moral para no convertimos en el único país que premia una dictadura con una elección presidencial 10 años después de haber sido derrocada. Y a este acto de rebeldía de la moral se están sumando nacionalistas, socialistas, liberales y demás sectores ciudadanos y políticos, que condenan lo que el reconocido sociólogo Julio Cotler ha llamado “la vuelta de un gobierno fascista que reivindica lo más perverso de nuestra historia política”. Esta rebeldía generalizada que ha unido lo que parecía impensable: sectores de izquierda y de derecha respaldando la candidatura de Ollanta Humala, tiene su explicación; y es que se puede discutir sobre modelos de desarrollo de izquierda o de derecha, pero no se le puede dar ni un milímetro de concesión a una dictadura de tipo fascista como lo fue y lo sería un gobierno fujimorista.
La rebeldía es pues una urgencia en este momento, rebeldía para rescatar la memoria colectiva, rebeldía para levantar la dignidad en un país que parece venderla a cambio de monedas de plata o de oro, rebeldía para decirle NUNCA MÁS a un gobierno asesino y corrupto, rebeldía en fin para mostrar que la juventud es una realidad y una promesa además de un soporte moral del Perú.
Aquí nos declaramos rebeldes, jóvenes y rebeldes, alegres y rebeldes, demócratas y rebeldes, creadores y rebeldes; porque en un país que se niega a ver que el crecimiento no es desarrollo mientras el Estado siga siendo excluyente y no universalice los derechos, la rebeldía seguirá siendo el espíritu que nos alienta a decir nuestra palabra y nos fortalece para no bajar la cabeza frente a lo que podría ser la vuelta de un gobierno mafioso y asesino.

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