Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

martes, 2 de octubre de 2012

191 años de una historia repetida 28 DE JULIO Y LA PROMESA PENDIENTE

Por: Henry Córdova Bran (28 de julio del 2012)

Hace exactamente un año el Perú volvía a ser una posibilidad, volvía a ser una promesa, pero esta vez era una promesa con olor a multitud, con olor a triunfo popular, los de abajo –con el apoyo en la recta final de cierta derecha contraria al fujimorismo- habían vencido en elecciones a los políticos y las propuestas del continuismo, patrocinados por la gran prensa y el poder económico. Pero la euforia no ha tardado mucho en revertirse.

Pareciera que el Perú estuviera destinado a ser siempre una promesa incumplida. Hace 191 años nos prometieron, con la independencia, una República y no tuvimos sino la continuidad aristocrática y maquillada del poder colonial, de la vida colonial sin Rey de España que se ufane de sus dominios. Porque los dominios ya no eran del Rey pero si fueron de quienes amaron la colonia y sus beneficios. Pero el Perú no ha sido solo una promesa incumplida durante todos estos años; ha sido también una posibilidad perdida: la posibilidad del guano y del salitre, del petróleo, del caucho, de la pesca y ahora de la minería, que no sirvieron para que los millones de peruanos y peruanas pobres vivan dignamente, sino para que sus comunidades sean explotadas y arrasadas y para que la burguesía peruana se enriquezca y se enriquezcan también las grandes empresas, inglesas primero y  norteamericanas y transnacionales después, que tuvieron en el Perú, ellos sí, su promesa y su posibilidad cumplidas.

Así las cosas la historia del Perú es repetida. Si los novelistas y poetas peruanos de inicios del siglo XX hasta ahora tuvieran que volver a escribir sobre el Perú, escribirían lo mismo. ¿Acaso no pasó en Rancas, escenario de la novela de Manuel Scorza, lo mismo que pasó en Bagua, Huancabamba o en Cajamarca?  ¿no sigue siendo nuestra patria ese Mundo Ancho y Ajeno que Ciro Alegría denunció? ¿no sigue siendo la población indígena vista como ajena y lejana a pesar de que José María Arguedas nos mostró su inmensa riqueza creativa y peruana? Muchos años antes que Scorza, Alegría o Arguedas escribieran sobre el Perú, ya Manuel González Prada había resumido la vida política nacional en esto: “porque desde el instante que nacimos a la vida republicana, toda la política nacional se reduce a un juego de balancín donde evolucionan dos payasos: el ascendido a lo más alto proclama el statu quo, el descendido a lo más bajo predica el movimiento”. Pero la gran tragedia moderna en este Perú “moderno” es que han logrado que nuestras generaciones desprecien nuestra literatura y al despreciar nuestra literatura hemos enterrado nuestra historia real. Somos un país sin historia, sin memoria colectiva.

La Gran Transformación y la historia del espiral

Dicen los historiadores que los hechos no se repiten, pero se asemejan en diferentes etapas del tiempo. De allí la importancia de conocer la historia, para que los hechos nefastos no se repitan. Pero en el Perú los hechos nefastos se repiten con una continuidad asombrosa. Basta leer lo que Manuel González Prada escribía sobre el entonces presidente Piérola o lo que Mariátegui escribía, algunos años después, sobre Leguía. Sorprende que pudiéramos decir exactamente lo mismo, desgraciadamente, ahora sobre Ollanta Humala. Sobre Piérola el maestro González Prada decía lo siguiente: “Lo nuevo se construye con lo nuevo; y el gobernante que para modificar a un pueblo se vale de instituciones añejas y leyes retrógradas se parece al arquitecto que se vanagloria de levantar una casa nueva cuando toma un viejo caserón y le remienda con adobes mochados, maderas apolilladas y hierros enmohecidos”. A su vez el Amauta José Carlos Mariáegui se refirió así a Leguía y la promesa de la Patria Nueva “No hay un solo hombre nuevo en el alto grupo del gobierno. No hay ni una inteligencia joven ni una arrogancia primaveral. Tampoco hay ímpetus de renovación. Se amalgaman allí los nombres de fatales horas pretéritas. Hombres que no pudieron  mantenerse a flote en los vaivenes de la política de acomodos, transacciones y vergüenzas que ha llenado las tres últimas décadas de nuestra historia republicana”.    

 
Este primer año del gobierno del Presidente Humala nos deja ese sabor amargo de lo viejo, de la continuidad. Señor Presidente, no es posible la Gran Transformación del Perú si mantiene en el Estado a los políticos y funcionarios que no querrán nunca que este país deje de ser una colonia. No sea usted Piérola ni Leguía. Su Ministro de Economía desprecia a la gente que confió en usted, que votó por usted, su gabinete –renovado los últimos días- no deja de ser parte de esa clase política que no quería que usted ganara y usted  ha caído en ese juego. Pareciera que hubiera temor en que la derecha peruana hiciera con el gobierno lo que otras derechas en América Latina han hecho o han intentado hacer en otros países: los golpes de estado a Zelaya y a Fernando Lugo y los intentos de golpe en Venezuela o Ecuador. Y es verdad, la ultra derecha peruana es capaz de eso y mucho más. Pero vender la promesa de la Gran Transformación a la tranquilidad que le ofrece la derecha no era el mejor camino, ha sido el peor de todos los caminos posibles. Los muertos del primer año de su gobierno así lo gritan.

Hace un año, decíamos al iniciar esta nota, el ambiente político era totalmente distinto. Miles de jóvenes en Piura –entre los que me cuento- y millones de jóvenes en el Perú, ciudadanos (as) artistas e intelectuales se sumaron a la promesa de  la Gran Transformación. Esta nota no está escrita para que la lea el presidente o los funcionarios del gobierno, está escrita para esos millones de jóvenes que tuvieron el fervor ciudadano y político honesto de querer cambiar la historia, de pensar que es posible encaminar el Perú hacia una nueva República a puertas del bicentenario. Hace algunos años Carlos Monsiváis, ese genial cronista mexicano, dijo en la feria del libro de Trujillo que frente al bicentenario era imprescindible para nuestros pueblos recuperar las palabras de nuestros grandes pensadores y escritores. Y allí nos esperan en sus tumbas de páginas para vivir de nuevo.

Al publicarse esta nota ya el presidente habrá pronunciado su discurso cuyo análisis haremos en la siguiente edición. A raíz de los últimos acontecimientos no es posible decir “Feliz día de la Patria” y dar palmaditas en la espalda. Desgraciadamente solo me vienen a la mente unos versos de Manuel Scorza “A mí no me vengan con la patria espuma./ La patria hiede,/ desgraciadamente la patria vomita buitres./ ¡A mí no me digan: “hay visitas”!/ ¿Hasta cuando la patria/ será el muro donde orinan los gendarmes?/ Ay, ¿hasta cuándo serás la ramera/ con la que sólo se acuestan los borrachos?”.

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