Por: Henry Córdova Bran
El miércoles 31 de
julio se realizó un recital poético en la Librería Sur. En él se reunieron
Roger Santivañez, Domingo de Ramos y José Antonio Mazzotti, ex miembros del
Grupo Kloaka que irrumpió en el escenario poético a inicios de los años 80. Los
años han pasado y las voces poéticas de cada uno han tomado su rumbo. Pero algo
no cambia, la poesía sigue siendo ese espacio de resistencia y creación.
Los días previos y
siguientes a las fiestas patrias nos reflejan un país convulsionado, agitado.
De movilización ciudadana y confrontación política. El problema de la política
peruana es que cada vez se aleja más de la cultura, entonces todo parece ser
acomodo, aceptación, claudicación de principios y reclamo vago y disperso.
En este contexto se
realizó un recital literario con la finalidad de recaudar fondos para el poeta
Domingo de Ramos, a quien le detectaron un rebrote de polineuritis, mal que lo
aqueja desde hace varios años. Domingo de Ramos ha dedicado su vida a la poesía
y resiste de la única manera que sabe, mediante actos poéticos que amigos
poetas vienen organizando.
En esta ocasión
Domingo de Ramos se reencontró con viejos conocidos. Roger Santiváñez y José
Antonio Mazzotti acompañaron en la mesa a Domingo de Ramos, lo cual le dio al
recital el plus de tratarse de una especie de reunión de poetas del grupo
Kloaka que activó en Lima en la década del 80. Casi 30 años después de que
Kloaka irrumpiera como movimiento artístico de corte anárquico que cuestionaba
a la sociedad peruana, estaban allí sentados dos de los fundadores del
movimiento, Roger y Domingo y Mazzotti que activó en la última etapa del grupo.
Los asistentes teníamos la mesa servida –pequeñas copas de pisco para aguzar el
oído-. Hora de la poesía.
Poesía como resistencia
Kloaka fue sin duda
el último movimiento poético-artístico que puede llamarse como tal en el Perú.
Su actitud anárquica y sus diatribas estético-políticas volcadas en poemas,
canciones y pinturas, eran la respuesta a un país que devenía en crisis. Es
necesario apuntar que Kloaka tuvo una base en Piura con el poeta Lelis
Rebolledo, el pintor César Badajoz y el músico Estanislao Quezada, tal como lo
apunta César Ángeles en su artículo “22 años del Movimiento Kloaka”
30 años después
Kloaka sigue despertando rechazos y adhesiones. Pese a que el grupo se mantuvo activo sólo hasta
mediados de los 80, ha merecido más de un estudio y más de una opinión
encontrada. Pero quizás uno de los hechos más llamativos es el referido a la
suspensión del homenaje por los 30 años de Kloaka que se había coordinado con
PETROPERÚ el año 2012. La anécdota es interesante porque refleja en gran medida
el desprecio por la cultura y en especial por la poesía de cierto sector de la
política peruana. No es nuevo, aquí tenemos a la derecha más arcaica e inculta
que se pueda concebir. Sucede que todo estaba listo para el homenaje que
incluía recitales, conferencias, conciertos y exposiciones. Luego Rafael Rey y
Barba Caballero en su programa de televisión demostraron toda la cultura de la
que es capaz la derecha política peruana vinculada al sector más conservador de
la Iglesia Católica y llamaron payasos a los poetas de Kloaka y criticaron a
PETROPERÚ por destinar recursos del Estado para homenajear “las hazañas
revolucionarias de estos payasos” y llamaron desquiciado a Humberto
Campodónico, por entonces Presidente de PETROPERÚ. En los días siguientes, el
poeta Domingo de Ramos recibió una llamada de PETROPERÚ y le dijeron que el
homenaje ya no iba “porque había problemas y no querían enfadar a la Iglesia
Peruana” fue lo que le dijeron a Domingo de Ramos, según lo refiere en una
entrevista realizada por Luís Chávez.
Como digo esto no es
nuevo. El poder político y económico siempre va a rehuir de los escritores y
artistas peruanos; es decir de aquellos que osan discutir el Stablishment, lo han hecho con Vallejo,
Arguedas, Scorza, Rose, Miguel Gutierrez, y muchos otros. La razón no es
difícil de entender; el arte siempre ha sido un vehículo que puede mostrar la
historia alternativa a la historia oficial que el poder siempre quiere imponer.
La Poesía como creación
No quiere decir esto
que el arte, en este caso la poesía, debe mostrar un discurso político. La
poesía es un acto creativo y a él se debe y el acto creativo es libre y la
libertad la guía.
Es así que el recital
nos permitió conocer los últimos escritos de los tres poetas que llegaron esa
noche a la Librería Sur. 30 años después de Kloaka, los poetas han seguido su
camino creativo, como es natural y cada uno continúa explorando, cada uno, en su
lenguaje poético.
Roger Santiváñez leyó
parte de su último libro publicado bajo el título Virtú, el mismo Roger, poeta piurano radicado hace ya algunos años
en EEUU, explica que Virtú quiere decir “capacidad de hacer bien lo que se sabe
hacer” y en este caso Roger Sántivañez ha demostrado a través de los años que
sabe hacer bien su oficio. El poeta que publicó El Chico que se declaraba con la mirada ha devenido de una poesía
temática y de verso libro a una poesía musical no temática, sin abandonar el erotismo
característico en su poesía. Como él mismo afirma, en su exploración poética ha
llegado a considerar “el uso de las vocales como notas musicales”. José Antonio
Mazzotti presentó parte de su nuevo libro aún inédito; su lenguaje se ha
tornado reflexivo y limpio, recurre a poemas largos que evocan a las culturas
antiguas para transitar como un río en sus penas y alegrías y sus promesas
intactas. De Domingo de Ramos pudimos disfrutar de su intacta irreverencia y
destreza en el manejo del lenguaje coloquial al que le otorga descargas de
lirismo que detonan como golpes que buscan abrir puertas “el perro hambriento sólo tiene fe en la carne” nos enrostra uno de
sus versos sonoros. Y en general los tres poetas parecen decirnos que el Perú,
30 años después, sigue siendo una Kloaka.
Mientras escribo este
artículo, el Congreso de la República acaba de aprobar por mayoría la
autorización para el ingreso de personal militar extranjero al país, e imagino
que esto también traerá cola. Entonces me digo, no basta con tomar la calle,
antes tomemos los libros y bebamos de su rebeldía creadora, que tanta falta nos
hace.
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