Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

sábado, 6 de mayo de 2017

UNA AGENDA AMAZÓNICA PARA EL PERÚ Y PARA AMÉRICA

Por Henry Córdova Bran

Durante la última semana, la Amazonía ha ocupado un lugar de atención en el Perú y en otras latitudes. Mientras que en Iquitos el Presidente Kuczynski se reunía con alcaldes provinciales y distritales de las regiones amazónicas; en Tarapoto, delegaciones de pueblos indígenas de los 9 países que conforman la Panamazonía se reunieron en el VIII FOSPA 2017. Nos preguntamos si existe un consenso sobre la Agenda para la Amazonía. 

En el Perú se registra que viven aproximadamente 350 mil indígenas amazónicos. La Amazonía ocupa alrededor del 62% del total del territorio peruano. En este territorio habitan 64 tribus y sub tribus de seres humanos, nativos y aborígenes. Con 7000 Km de extensión representa el 46% de todas las aguas de los ríos del planeta y se afirma que la cuenca amazónica tiene entre el 15% y 20% de agua dulce no contaminada del planeta.

Por todas estas razones, estudiosos de la Amazonía como Róger Rumrrill han afirmado que “hoy en día la Amazonía es el espacio estratégico más importante del mundo, tanto geopolítico como hidropolítico. Por esta y otras razones, está en la mira y en el centro de los intereses de las multinacionales que controlan la economía y la política global en el siglo XXI”.

Pese a ello, la Amazonía no parece estar en el centro de atención del Perú. Apenas si la gran prensa informa de los derrames de petróleo cuando estos se convierten en un desastre ecológico y de salud pública. El Perú, así como con el mundo andino, vive de espaldas generalmente al mundo amazónico.

¿Una agenda oficial y una agenda social?   

Sin embargo, los últimos días de abril dos reuniones coincidieron en la Amazonía peruana aunque en espacios y con participantes distintos. El 28 de abril el presidente Pedro Pablo Kuczynski llegó a Iquitos para reunirse con 200 alcaldes provinciales y distritales de las regiones amazónicas de Loreto, Amazonas, Madre de Dios, San Martin y Ucayali; en lo que se denominó el Primer Encuentro de alcaldes de la Amazonía Muni-Ejecutivo.

El mismo 28 de abril, en la ciudad de Tarapoto, se daba inicio oficialmente al VIII Foro Social Panamazónico FOSPA 2017, que reunió alrededor de 1500 líderes amazónicos de los 9 países que conforman la cuenca de la Amazonía (Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Brasil, Surinam, las dos Guyanas y Venezuela) entre otros representantes de organizaciones sociales de América y otras partes del mundo.

En esta reunión con las autoridades y funcionarios municipales, Kuczynski les dijo a los alcaldes que "Los voy a ayudar a gestionar proyectos de agua, electrificación, pavimentación y recojo de basura, pero pido que se comprometan a recaudar más arbitrios e IGV". En general se habló de promover una mayor conexión con el resto del país, la construcción y mejoramiento de puertos fluviales, la generación de energía y el control de la minería ilegal.

Pero el gobierno parece creer que los problemas de la Amazonía se reducen a las brechas de infraestructura, sobre todo en un Estado cuyos recursos no los distribuye de forma equitativa. Roger Rumrrill se ha referido también a esta mala distribución presupuestal “por ejemplo, en Loreto, del Canon petrolero, que es de 400 millones, el 70% se queda en Iquitos, el 25% en Yurimaguas y solamente el 2% se invierte en las comunidades indígenas de dónde sale el petróleo” y que son además quienes sufren directamente los impactos de los derrames de petróleo.


En el VIII Foro Social Panamazónico, los dirigentes indígenas en su mayoría debatieron temas en torno a 9 mesas temáticas en los que se hablaba sobre cambio climático, soberanía alimentaria, educación comunitaria, extractivismo, mujeres y jóvenes en la Amazonía. Producto de estos debates realizados entre el 28 de abril y el 1 de mayo, se redactó la Carta de Tarapoto, que establece entre muchos puntos “exigir el reconocimiento de los derechos colectivos de los territorios comunales y territorios integrales” y “exigir un Ordenamiento Territorial que se base en el respeto de nuestra cosmovisión, las fuentes de agua y formas de entender nuestro territorio”. Temas que al parecer al gobierno de PPK ni a la mayoría del Congreso de la República interesan de manera prioritaria.

En la Amazonía han pasado cosas durante décadas que en el Perú no hemos sido capaces de ver en toda su magnitud. Las estacionales épocas de bonanza económica producidas por el caucho, la coca y el oro -en ese orden- han generado largos periodos de colonización, esclavitud y explotación de los indígenas, epidemias y enfermedades antes no conocidas en estos territorios, y la progresiva destrucción del bosque. Según el estudio de la Articulación Regional Amazónica “El futuro climático de la Amazonía”, advertía ya que “la deforestación por extracción total bordea actualmente el 20% del bosque original de la Amazonía brasileña, y el 15% de la Amazonía peruana. Y que la degradación forestal, habría perturbado al resto del bosque aún existente”.


La Amazonía requiere de una agenda que apunte a convertirla en lo que se ha venido a llamar la renta estratégica del siglo XXI, dando valor al inmenso potencial natural-biológico y reserva de recursos importantes que pueden asegurar la sostenibilidad para el planeta; así como el conocimiento de los pueblos indígenas, dueños de saberes y cosmovisiones fundamentales que bien usados por la ciencia darían el salto en el tercer milenio. Lamentablemente el Estado parece estar en la sintonía de las políticas extractivistas que acompañan con políticas represivas y de criminalización de las luchas sociales; mientras que en los territorios amazónicos la sintonía parece ir hacia la búsqueda de lo que las naciones Awajun y Wampis han denominado como Tajimat pujut/Tarimat pujut, es decir el buen vivir con el bosque, el Estado y otras culturas.    

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