Por: Henry Córdova Bran
El dictador Alberto Fujimori,
que condujo una de las dictaduras más corruptas e infames de nuestra República,
fue indultado de manera irregular por el presidente Kuczynski. ¿qué tipo de
paciente es el enfermo Fujimori?
El dictador Fujimori purgaba
diferentes penas por delitos diversos; desde usurpación de funciones a
malversación de fondos, desde corrupción a crímenes de lesa humanidad y
secuestro. La pena más grande que tenía lo condenaba a pasar 25 años de prisión
por crímenes de lesa humanidad, por los asesinatos en Barrios Altos y La
Cantuta.
El dictador Fujimori fue
puesto en libertad antes de cumplir su condena y sin pagar todavía los más de
27 millones de soles que le debe al Estado. La razón de su liberación es un
indulto humanitario concedido por el presidente que prometió no indultarlo, por
el presidente que negoció su permanencia evitando una vacancia por incapacidad
moral, por el presidente que ha demostrado ser un mentiroso crónico, al punto
de mentirle a abogados, periodistas, asesores y a sus propios congresistas
sobre si estaba en sus planes indultar al dictador; un recuento cronológico del
diario La República sobre el proceso que siguió el indulto, desnuda la calidad
moral del señor Pedro Pablo Kuczynski y revela su incapacidad moral para seguir
siendo presidente de nuestro país. En resumidas cuentas, se indultó al dictador
por que se argumentó un grave deterioro de su salud y que las condiciones de
carcelería (sin duda una broma de mal gusto, dado que el dictador tenía la
cárcel más envidiada del continente) podían agravar su estado.
Las
enfermedades del dictador
El diario La República ha
mostrado como se fue adecuando las condiciones para que desde el Ministerio de
Justicia y desde el Ministerio de Salud se sincronice un escenario favorable al
Indulto del dictador. Se sabía que padecía enfermedades propias de su edad,
pero en más de una evaluación médica se descartó que este estado de salud ponga
en riesgo su vida. Una junta médica en diciembre lo evaluó en tiempo record y
con más de una irregularidad. Con ese informe el presidente decide otorgar el
indulto humanitario. Once días después del indulto Fujimori salió de la clínica
en un estado de salud milagrosamente estable a disfrutar de su libertad en una
residencia que alquiló valorizada en 5mil dólares mensuales.
En todo caso, conviene revisar
el caso del enfermo Fujimori más allá de los diagnósticos de su médico de
cabecera. En efecto, al revisar la biografía de Alberto Fujimori es posible
reconocer algunas enfermedades que no son terminales, pero sí crónicas y de las
que parece ni la prisión, ni la culpa han logrado sanar.
Una enfermedad que se puede
reconocer en Fujimori es una insana
adicción al poder; el psicólogo Manuel Nevado, miembro de psicólogos sin
fronteras de Madrid, definió que “el poder genera mucha adicción porque te
crees omnipotente y omnipresente…piensan que todo gira en torno a ellos y que
pueden hacer lo que quieran sin rendir cuentas a nadie, ni siquiera a los de su
propio bando. Tienen una personalidad muy totalitaria”. Esta anomalía
psicológica en la personalidad del dictador Fujimori pareció verse incrementada
al llegar a la presidencia del Perú en 1990, por eso no escatimó en perpetrar
la instauración de una dictadura a pesar de haber ganado una elección
democrática. La dictadura le permitía hacerse con el control del Congreso de la
República y a partir de allí con el control de todas las instituciones del
Estado. Fue tan insana la adicción al poder de Fujimori que no le importó torturar
a su propia esposa después que ella misma denunciara irregularidades en su
gobierno en el año 1992. Esa insana adicción al poder está asociada a una
insana adicción a la riqueza, lo cual derivó en la instauración también del
gobierno más corrupto de nuestra historia que le permitió un desvío de fondos
públicos que se calcula en 6 mil millones de dólares.
Si bien es cierto mentir u
“ocultar la verdad” en la política peruana no extraña a nadie, en Fujimori la
mentira ha sido parte inherente de su biografía política. En el caso del
enfermo Fujimori, la mentira se encumbra en patología. Mintió el Fujimori candidato
sobre la pertinencia de un shock económico que finalmente decretó, mintió con
las razones para justificar el Autogolpe el 5 de abril de 1992, mintió en torno
a la captura de Abimael Guzmán de cuyo operativo de captura no sabía nada,
mintió en las operaciones de la Guerra con el Ecuador, mintió sobre los actos
del destacamento militar Colina y avaló sus actos con una amnistía, mintió al
estallar el escándalo de corrupción con el vladivideo y montó una mala película
de persecución, mintió para fugarse del país y renunciar por fax, mintió en su
lealtad hacia el Perú y se reconoció ciudadano japonés para tentar una elección
en el senado Japonés, mintió en los diferentes procesos en los que fue juzgado
y en los que finalmente fue sentenciado.
Finalmente hay una característica
más que podría definir una debilidad en la personalidad del paciente Fujimori:
el miedo. En efecto, aquello que ha sido definido como un sentimiento anormal
de temor ante un estímulo o una amenaza, la cual es el origen del sufrimiento y
que dificulta el funcionamiento. La primera ocasión en la que se manifestó en
el paciente Fujimori esta condición, fue el 13 de noviembre de 1992, siete
meses después del autogolpe. Aquel día un grupo de militares desarrolló un
intento de acción insurgente contra la dictadura para restituir la democracia.
Un delator le permitió a Montesinos conocer el plan y ate ello Fujimori corrió
a esconderse en la embajada de Japón y no salió hasta que el intento fue
develado. La segunda ocasión fue precisamente tras el escándalo de corrupción generalizado
del régimen en el 2000 y que lo llevó a huir con engaños y refugiarse, ya no en
la embajada, sino en el propio Japón. Al parecer para el paciente Fujimori el
Japón es una especie de aliciente a sus temores de enfrentar sus
responsabilidades. ¿Lo será nuevamente si una eventual coyuntura lo lleva a
enfrentar la posibilidad de regresar a su condición de reo por los crímenes que
cometió?
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