Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

martes, 9 de enero de 2018

EL ENFERMO FUJIMORI

Por: Henry Córdova Bran

El dictador Alberto Fujimori, que condujo una de las dictaduras más corruptas e infames de nuestra República, fue indultado de manera irregular por el presidente Kuczynski. ¿qué tipo de paciente es el enfermo Fujimori?

El dictador Fujimori purgaba diferentes penas por delitos diversos; desde usurpación de funciones a malversación de fondos, desde corrupción a crímenes de lesa humanidad y secuestro. La pena más grande que tenía lo condenaba a pasar 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad, por los asesinatos en Barrios Altos y La Cantuta.

El dictador Fujimori fue puesto en libertad antes de cumplir su condena y sin pagar todavía los más de 27 millones de soles que le debe al Estado. La razón de su liberación es un indulto humanitario concedido por el presidente que prometió no indultarlo, por el presidente que negoció su permanencia evitando una vacancia por incapacidad moral, por el presidente que ha demostrado ser un mentiroso crónico, al punto de mentirle a abogados, periodistas, asesores y a sus propios congresistas sobre si estaba en sus planes indultar al dictador; un recuento cronológico del diario La República sobre el proceso que siguió el indulto, desnuda la calidad moral del señor Pedro Pablo Kuczynski y revela su incapacidad moral para seguir siendo presidente de nuestro país. En resumidas cuentas, se indultó al dictador por que se argumentó un grave deterioro de su salud y que las condiciones de carcelería (sin duda una broma de mal gusto, dado que el dictador tenía la cárcel más envidiada del continente) podían agravar su estado.

Las enfermedades del dictador

El diario La República ha mostrado como se fue adecuando las condiciones para que desde el Ministerio de Justicia y desde el Ministerio de Salud se sincronice un escenario favorable al Indulto del dictador. Se sabía que padecía enfermedades propias de su edad, pero en más de una evaluación médica se descartó que este estado de salud ponga en riesgo su vida. Una junta médica en diciembre lo evaluó en tiempo record y con más de una irregularidad. Con ese informe el presidente decide otorgar el indulto humanitario. Once días después del indulto Fujimori salió de la clínica en un estado de salud milagrosamente estable a disfrutar de su libertad en una residencia que alquiló valorizada en 5mil dólares mensuales.

En todo caso, conviene revisar el caso del enfermo Fujimori más allá de los diagnósticos de su médico de cabecera. En efecto, al revisar la biografía de Alberto Fujimori es posible reconocer algunas enfermedades que no son terminales, pero sí crónicas y de las que parece ni la prisión, ni la culpa han logrado sanar.

Una enfermedad que se puede reconocer en Fujimori es una insana adicción al poder; el psicólogo Manuel Nevado, miembro de psicólogos sin fronteras de Madrid, definió que “el poder genera mucha adicción porque te crees omnipotente y omnipresente…piensan que todo gira en torno a ellos y que pueden hacer lo que quieran sin rendir cuentas a nadie, ni siquiera a los de su propio bando. Tienen una personalidad muy totalitaria”. Esta anomalía psicológica en la personalidad del dictador Fujimori pareció verse incrementada al llegar a la presidencia del Perú en 1990, por eso no escatimó en perpetrar la instauración de una dictadura a pesar de haber ganado una elección democrática. La dictadura le permitía hacerse con el control del Congreso de la República y a partir de allí con el control de todas las instituciones del Estado. Fue tan insana la adicción al poder de Fujimori que no le importó torturar a su propia esposa después que ella misma denunciara irregularidades en su gobierno en el año 1992. Esa insana adicción al poder está asociada a una insana adicción a la riqueza, lo cual derivó en la instauración también del gobierno más corrupto de nuestra historia que le permitió un desvío de fondos públicos que se calcula en 6 mil millones de dólares. 

Si bien es cierto mentir u “ocultar la verdad” en la política peruana no extraña a nadie, en Fujimori la mentira ha sido parte inherente de su biografía política. En el caso del enfermo Fujimori, la mentira se encumbra en patología. Mintió el Fujimori candidato sobre la pertinencia de un shock económico que finalmente decretó, mintió con las razones para justificar el Autogolpe el 5 de abril de 1992, mintió en torno a la captura de Abimael Guzmán de cuyo operativo de captura no sabía nada, mintió en las operaciones de la Guerra con el Ecuador, mintió sobre los actos del destacamento militar Colina y avaló sus actos con una amnistía, mintió al estallar el escándalo de corrupción con el vladivideo y montó una mala película de persecución, mintió para fugarse del país y renunciar por fax, mintió en su lealtad hacia el Perú y se reconoció ciudadano japonés para tentar una elección en el senado Japonés, mintió en los diferentes procesos en los que fue juzgado y en los que finalmente fue sentenciado.


Finalmente hay una característica más que podría definir una debilidad en la personalidad del paciente Fujimori: el miedo. En efecto, aquello que ha sido definido como un sentimiento anormal de temor ante un estímulo o una amenaza, la cual es el origen del sufrimiento y que dificulta el funcionamiento. La primera ocasión en la que se manifestó en el paciente Fujimori esta condición, fue el 13 de noviembre de 1992, siete meses después del autogolpe. Aquel día un grupo de militares desarrolló un intento de acción insurgente contra la dictadura para restituir la democracia. Un delator le permitió a Montesinos conocer el plan y ate ello Fujimori corrió a esconderse en la embajada de Japón y no salió hasta que el intento fue develado. La segunda ocasión fue precisamente tras el escándalo de corrupción generalizado del régimen en el 2000 y que lo llevó a huir con engaños y refugiarse, ya no en la embajada, sino en el propio Japón. Al parecer para el paciente Fujimori el Japón es una especie de aliciente a sus temores de enfrentar sus responsabilidades. ¿Lo será nuevamente si una eventual coyuntura lo lleva a enfrentar la posibilidad de regresar a su condición de reo por los crímenes que cometió?

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