Por: Henry Córdova Bran
El presidente Pedro Pablo Kuczynski no se da cuenta que
permanece en una crisis política ocasionada por él mismo desde el inicio de su
gobierno. En medio de esa crisis ha decidido culpar a los “grupos comunistas”
que quieren desestabilizar el país; mientras tanto, en el Perú se mantienen
problemas que el presidente no parece ver con claridad.
Después del indulto
humanitario que concedió Pedro Pablo Kuczynski al dictador Alberto Fujimori, el
presidente se enfrenta a tres escenarios que le son complicados: las continuas
movilizaciones sociales producidas en diferentes partes del país que rechazan
el indulto humanitario, la inminente decisión de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos condenado la decisión del Estado peruano sobre el indulto, y
un nuevo proceso de vacancia a raíz de nuevos elementos conocidos sobre sus
relaciones comerciales con ODEBRECHT y sus evidentes conflictos de interés.
A esto se suma la
desaprobación de su gestión entre la opinión pública que ha llegado en febrero,
según la encuesta de Ipsos, a 75%, y su nivel de aprobación apenas llega a 19%.
Desde el gobierno se apresuraron en intentar poner paños fríos al indulto
apelando a la fórmula del “diálogo y la reconciliación nacional”; sin embargo,
ni la denominación del año, ni la reconfiguración del gabinete Aráoz han tenido
el resultado que el presidente esperaba, sino al parecer, todo lo contrario.
Los fantasmas del presidente
Al darse cuenta que la
idea del diálogo y la reconciliación nacional no caló entre los peruanos y
peruanas, y que por el contrario cayó entre la opinión pública como una burla o
un desatino más en el accionar político del Ejecutivo; desde el gobierno
ensayaron otra estrategia, que no siendo nueva podría generarle más réditos:
acusar de todos los males a “grupos de izquierda radical” de no querer
reconciliarse después del indulto, o increpar que no renunciará porque “un
grupo de comunistas quiere desestabilizar el gobierno”. Asimismo, durante los
últimos días, las baterías del ejecutivo enfilaron al gobierno de Venezuela
para poner al Perú en medio de un bochornoso acto diplomático al invitar,
primero, y luego desdecirse de esa invitación para lo que será la Cumbre de las
Américas el próximo mes de abril, aun cuando diplomáticos de carrera como
Oswaldo Rivero han mencionado que no es competencia del país anfitrión decidir
algo así, si no de un equipo que se encarga de la organización de esta cita
internacional integrado por representantes de todos los países que integran la
cumbre. Estas patinadas a los que nos expone el gobierno son resultado de un
gabinete mal formado e improvisado que tiene en el palacio de Torre Tagle a una
ministra como Cayetana Aljovín que sabe de negocios, pero poco o nada de
política exterior.
Kuczynski ha preferido
el camino típico de la ultra derecha peruana, contraponer la inoperancia de su
gobierno al “fantasma de la izquierda que recorre el Perú” para trabar el
progreso y el desarrollo del país. Y en medio de ese globo lanzado apela
también a un ensayo de popularidad con el anuncio de un probable incremento del
sueldo mínimo que ahora, según ha mencionado el ministro de trabajo Javier
Barreda, estará bajo la condición de lo que evalúe una mesa técnica y que se
conocerá en marzo.
Así PPK termina su
reafirmación en el lado político al que siempre perteneció, la derecha heredera
de Prado, la derecha afín a la CONFIEP, la derecha que celebró su osadía
durante el gobierno de Velasco de facilitarle los 35 millones de dólares a la
IPC y huir luego en una maletera por la frontera de Ecuador, la derecha que
acogió al fujimorismo en los 90 y hasta ahora lo ve con complacencia, añoranza
y celebra el indulto.
Los fantasmas que no ve el presidente
El presidente prefiere
convencerse y convencernos que los fantasmas vienen desde la izquierda. Se
niega a ver que quienes han torpedeado su gobierno desde el inicio son
fantasmas, valga la contradicción, muy vivos y activos. Los fantasmas que el
presidente se negó a ver y hacerles frente vienen desde el fujimorismo keikista,
que, aunque más debilitado tras la pérdida de algunos parlamentarios sigue
teniendo suficiente fuerza para buscar desestabilizar el gobierno.
¿Tampoco ve el
presidente que la derecha extrema política, asentada en el Congreso,
especialmente con la bancada fujimorista, y la económica en la CONFIEP,
impulsan leyes como la ley de Modalidades Formativas Laborales, que rápidamente
fue llamada como “ley del esclavo juvenil” por pretender que jóvenes que salgan
de institutos trabajen sin cobrar nada por medio tiempo con la única finalidad
de ganar experiencia? La rápida reacción de diferentes sectores que condenaron
la aprobación de esta Ley en la comisión permanente del Congreso de la
República el día miércoles, lograron que el jueves la congresista fujimorista
Rosa Bartra -la misma que preside la comisión Lava Jato- autora de esta Ley
anunciara que retiraría por el momento esta iniciativa.
¿No alcanza a ver el
presidente que en el año de la Reconciliación nacional se mantienen en el Perú,
según el reporte 167 de la Adjuntía para la Prevención de Conflictos Sociales y
la Gobernabilidad de la Defensoría del Pueblo de enero del presente año, 176
conflictos sociales, de los cuales 122 son de carácter socioambiental? Las
poblaciones indígenas de las cinco cuencas han vuelto a firmar acuerdos con el Gobierno
central con la presencia de la Premier Mercedes Aráoz, en torno a sus demandas
por la situación que padecen por más de 45 años por contaminación de petróleo y
abandono. ¿Será que esta vez el gobierno sí cumplirá sus acuerdos con las
poblaciones indígenas?
Quizá, después de todo
el fantasma al que más tema el presidente sean las declaraciones que Jorge
Barata dará los días 27 y 28 de febrero a los fiscales peruanos que viajarán a
Brasil para interrogar al ex mandamás de ODEBRECHT en el Perú. Toda la clase
política podría estar jugando a sus cartas a cómo saldrá parado luego de ese
interrogatorio, sobre todo Alan García, Keiko Fujimori y el mismo presidente
Kuczynski.