Por: Henry Córdova
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“Hacer del siglo XXI el siglo de América Latina y el
Caribe” fue la consigna bajo la cual se fue construyendo, paso a paso, la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC. Tras la última
cumbre de esta comunidad realizada en La Habana, el 28 y 29 de enero, la
integración se hace cada vez más trascendental y su posicionamiento geopolítico
más importante.
Es poco posible
referirse a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños sin pensar en
la historia de nuestra América. Porque es la larga historia de búsqueda de una
real independencia la que ha conducido, más de 200 años después, a la formación
de la CELAC y a su ya indiscutible posicionamiento en la Comunidad
Internacional.
Todavía se puede
recordar al presidente Hugo Chávez aquel 02 de diciembre del 2011 en Caracas,
frente a los 33 Estados latinoamericanos y caribeños, representados en su gran
mayoría por sus jefes de Estado, en el discurso que enarbolaba los motivos por
los cuales era necesario e histórico ese momento. En aquella oportunidad Chávez
nos hizo recordar las palabras de Bolívar en 1811 frente a la Sociedad
Patriótica “pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad
sudamericana, vacilar es perdernos” con esas mismas palabras el entonces
presidente venezolano llamaba a los 33 países a dar el paso fundamental de
formar una comunidad de naciones íntegramente latinoamericana y caribeña, sin
la presencia de EE.UU y Canadá. Y así lo hicieron.
¿Por qué es importante la CELAC?
Porque constituye un
esfuerzo real de integración constituido exclusivamente por Estados
latinoamericanos y caribeños, con raíces históricas, culturales y aspiraciones
comunes. Porque se reconoce como una comunidad entre iguales y que se
diferencia drásticamente de la Organización de Estados Americanos (OEA)
precisamente por esto, ya que al no ser parte de ella EE.UU ni Canadá, no
responde a los intereses imperialistas que en más de una ocasión ha mostrado
principalmente EE.UU.
En el mundo actual es
necesario la formación de esta comunidad como un mecanismo de integración para
hacer frente a las constantes crisis económicas, políticas, ambientales y
militares que se vienen presentando en el mundo especialmente en las últimas
dos décadas.
En la recientemente
finalizada II Cumbre de la CELAC, realizada en La Habana, el presidente de
Cuba, Raúl Castro, afirmó que “debemos establecer un nuevo paradigma de
cooperación regional e internacional. En el marco de la CELAC tenemos la
posibilidad de constituir un modelo propio adaptado a nuestras realidades,
basado en los principios del beneficio común y la solidaridad” y es que algo
distingue la CELAC de otras comunidades de integración, su espíritu
latinoamericano y caribeño que hace tan próximos a los países, dónde incluso el
protocolo cuadriculado que se usa en otras latitudes da paso a la espontaneidad
del alma latinoamericana y caribeña.
Geopolíticamente la
constitución de la CELAC les otorga a sus Estados miembros la posibilidad de
instalarse en la Comunidad Internacional con la fuerza que no podrían alcanzar
de manera individual o como bloques subregionales. Basta con anotar algunas de
las ventajas geopolíticas con las que cuenta el espacio que cubren los países
miembros de la CELAC: tiene un mercado de 550 millones de personas, es una de
las regiones más importantes en la producción y exportación de materias primas;
sólo Venezuela cuenta con las mayores reservas de petróleo en el mundo y como
región concentra en su subsuelo las segundas mayores reservas de petróleo y una
de las más grandes reservas de gas natural; asimismo, cuenta con la mayor riqueza
de biodiversidad en el mundo; aproximadamente la mitad de su superficie, casi
20,5 millones de Km2 corresponde a bosques y selvas; tiene el 30% de las
fuentes de agua dulce y su ubicación estratégica le da salidas a los mares del
pacífico y el Atlántico. Todas estas características hacen de esta región, de
manera conjunta, una de las más importantes del globo, y por lo tanto una de
las que despierta mayores codicias para los grandes bloques y potencias que
manejan los hilos de la política y la economía global. De allí que no es
descabellada la frase de “hacer del siglo XXI el siglo de América Latina y el
Caribe”.
Pero Raúl Castro
también ha mencionado los grandes retos a los que se enfrenta la región. En
efecto, y citando cifras oficiales de la CEPAL, América Latina y el Caribe
alcanzaron en el año 2012 un 28,2% de tasa de pobreza, lo que constituye casi
164 millones de personas; 11,3% de pobreza extrema, equivalente a 66 millones
de habitantes; y una preocupante tasa de pobreza infantil que afecta a 70,5
millones de niños, niñas y adolescentes, de los cuales, 23,3 millones sufren un
estado de pobreza extrema. La desigualdad que sigue castigando a América Latina
y al Caribe se ve reflejada en el hecho de que el 10% más rico de la población
latinoamericana recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más
pobre recibe solo el 15%. El presidente cubano afirmó en su discurso que “los
pueblos de América Latina y el Caribe demandan y requieren una mejor
distribución de las riquezas y los ingresos, el acceso universal y gratuito a
una educación de calidad, el pleno empleo, mejores salarios, la erradicación
del analfabetismo, el establecimiento de una verdadera seguridad alimentaria,
sistemas de salud para la totalidad de su población, derecho a una vivienda
digna, al agua potable y al saneamiento” Tales son los retos que se tienen por
delante.
Así las cosas, la
CELAC busca olvidar el pasado en el que se le consideraba a esta región como el
“patio trasero” de los EEUU o cómo satélites de potencias imperialistas que
desde siglos atrás han ejercido su influencia política, económica y militar, el
hecho de que la Cumbre se haya realizado en La Habana constituye simbólicamente
el rechazo al imperialismo en todas sus formas. La presencia del Secretario
General de la ONU, Ban Ki Moon, que resaltó los logros del sistema de salud
cubano y la ayuda solidaria que brindan los médicos cubanos en muchas partes
del mundo, es igualmente un hecho histórico. En la II Cumbre de la CELAC
también se ha dicho que América Latina y el Caribe es un espacio de paz y
además libre de colonialismos, rechazando toda intervención extranjera en sus
territorios. A pesar de las diferencias que existen entre sus estados miembros,
la CELAC parece encaminada hacia el posicionamiento de América Latina y el
Caribe en la escena internacional con dignidad y la fortaleza que sólo la
integración es capaz de conseguir.
Como decía un viejo
estribillo que más de uno recordará “alerta, alerta, alerta que camina, la
espada de Bolivar por América Latina”.
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