Por: Henry Córdova
Bran
Una de las
frases que solía mencionar Eduardo Galeano era “si votar sirviera para algo,
estaría prohibido”. Viene al punto recordarlo ahora que nuevamente estamos en
un periodo electoral que definirá quien, o quienes, ingresarán a Palacio de
Gobierno a partir de Julio. Y luego conviene preguntarse, casi con alarma, si
realmente importa este juego electoral.
Con las candidaturas
definidas y las alianzas establecidas, con las planchas presidenciales
presentadas y a puertas de definir las
listas congresales, más de 20 aspirantes se han inscrito ante la ONPE para las
elecciones presidenciales. Nuevamente el excesivo número de listas que se
presentan dan cuenta de la fragilidad de nuestro sistema político. Es posible
que la mayor parte de quienes irán a votar apenas conozca la cuarta parte de
todas estas listas. Los rostros conocidos, esa pequeña elite de dirigentes de
marcas electorales (no me atrevo a llamarles partidos)que echarán mano de toda
la maquinaria económica y logística de la que pueden disponer para convencernos
de que ellos son los que deben tomar las riendas para los próximos años. El
márketing político puesto sobre ruedas y al servicio del mejor postor.
Lo mismo de hace
cinco años, me dice un taxista unos días atrás, ¿ahora por quién será? Me
pregunta. Le comento que más de 20 candidatos están inscritos y se sonríe como
si no lo creyera. Para él solo existe Keiko, Alan, PPK (conoce la marca, no el
nombre completo), Acuña y Toledo; y sin emoción alguna, parece preguntarse
nuevamente ¿Ahora por quién será? La gran concentración de medios, parece estar
cumpliendo su primera tarea, que en el imaginario de la ciudadanía exista, en
mayor número, una contienda entre cuatro o cinco candidatos, cuyo planteamiento
y propuesta resulta ser la misma, la continuidad del mismo discurso, la misma
receta, que se inició con Fujimori en los años 90s y que se ha mantenido
inalterable con el auspicio de la CONFIEP a través del Ministerio de Economía.
Bajo del taxi aquella
vez y pienso en lo que se viene, en lo que tenemos; y nuevamente qué frágil es
nuestro sistema político, las alianzas son muestra clara de que en el Perú los
principios no resisten el pragmatismo de los intereses personales de “líderes”
(así entre comillas) políticos. Un amigo me dice que en estas elecciones se
están viendo sorpresas impensables: el PPC aliada al APRA, Lourdes y Alan
juntos y revueltos, Anel Townsend con Acuña y Lay y entre ellos Marisol
Espinoza, Susana Villarán acomodada en lo que queda del nacionalismo, juntita a
Urresti, Vladimiro Huaroc unido a Keiko; en fin, le digo que en política no
existen las sorpresas, y que en el Perú ya nada sorprende, aunque Levitsky
trate de explicarlo.
¿Para qué sirve votar?
Dice Levitsky que “no
se puede tumbar a los políticos sin tumbar a la democracia” entonces el juego
continúa en defensa de la democracia. Retomando la frase que el recordado Galeano repetía, se entiende que se
permite votar porque no sirve para nada, o debería decir no sirve para cambiar
nada. Si existe alguien que podría prohibirlo es porque tendría el poder para
hacerlo, es decir que existe un sector interesado en que nada cambie y que se
mantengan los lineamientos generales de la dirección del país y entonces tiene
que asegurarse que lo que pase en las elecciones, sea cual sea el resultado, no
altere el Status quo. La mejor manera de explicarlo es recordar las elecciones
anteriores a esta, la del 2011, en el que un gran sector de votantes apostó por un discurso diferente
que apuntaba a transformar el país. Lo que sabemos después es que de ese plan
de transformación no quedó nada, más que la desazón, la decepción, porque no es
suficiente con ganar un gobierno para transformar el país, menos aun cuando el
anhelo de transformación está lleno más voluntad que capacidad para hacerlo.
¿Sirven estas
elecciones entonces? No es la pregunta que me preocupa en este momento. Veinte
candidaturas disputándose el gobierno, cinco o seis de ellas que no cambiarían
nada de lo que realmente importa y que son las que los sectores que manejan la
economía y los medios de comunicación apoyarán; la mayoría de las otras
candidaturas pasarán desapercibidas y probablemente candidaturas como la del
Frente Amplio o Democracia Directa que encumbrarán discursos alternativos y de
cambio sean atacadas desde la avalancha mediática de la gran concentración.
Perú, la tarea pendiente
Las noticias parecen
decirnos que nada extraordinario sucederá en las elecciones a menos que el
descontento y la indignación se convierta en acción política y que las
inteligencias den un soporte a las buenas voluntades que buscan un Perú mejor,
para conectar esa voluntad con las aspiraciones de millones de peruanos y
peruanas.
Hace unos días, al
participar en un focus group sobre las elecciones junto con otros jóvenes, nos
preguntaron que pensábamos sobre los próximos años para el Perú, y las
respuestas no fueron alentadoras. Se percibe pesimismo en este Perú, como si
estuviéramos destinados a ser dirigidos por la "misma clase política". Sin
embargo, creo que es un momento crucial para el país que va más allá de las
elecciones y que tiene que ver con convertir las voluntades de cambio en
estudio de la realidad concreta para comprender el drama del Perú, sus
problemas fundamentales, volver la vista hacia el conocimiento de quienes dedicaron su vida a estudiar el Perú. Necesitamos que los hombres y mujeres,
sobre todo jóvenes, que hacen política vayan más allá de la denuncia de un
sistema que reproduce inequidades, y que se pierdan en disputas intestinas con
otros jóvenes que tienen la misma voluntad.Necesitamos una clase política que
deje de estar divorciada con la cultura y con la ciencia.
Al volver a casa
después de participar en aquel focus group, y casi como una necesidad masoquista
y oculta del pesimismo, busqué un poema del maestro Manuel Gonzáles Prada que,
precisamente lleva por nombre El Perú, “¡Qué mezquindad! ¡Qué desdicha! /Sólo
encierras, ¡Oh Perú!, / corazones de mosquito/ y cerebros de avestruz” y más
adelante enfila la pluma hacia los jóvenes “No esperemos ni en el niño, / que
en este infando Perú/ hombres hay de pocos años, mas no existe juventud” el Perú continúa
siendo la tarea pendiente que tenemos por hacer.Manos a la obra.
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