Por: Henry Córdova Bran
En estos días hemos asistido a una exposición mediática al
cumplirse 25 años de la captura del cabecilla de Sendero Luminoso: Abimael
Guzmán. La prensa vuelve a hacer espectáculo de la historia y las preguntas que
debiéramos hacernos pasan a un segundo plano, o simplemente no se formulan y lo
que es peor, no se responden. ¿Cuáles son estas preguntas?
Abimael Guzmán, alias “presidente
Gonzalo”, fue capturado un 12 de setiembre de 1992. El máximo líder de Sendero
Luminoso, no cayó en un combate como parte de la guerra popular que pregonaba,
como habría caído un revolucionario de verdad, si eso aspiró a ser alguna vez.
Abimael Guzmán fue detenido mansamente, en una casa de clase media de
Surquillo, en Lima, donde se ocultaba. Abimael Guzmán cayó, tras un exitoso
operativo policial, como caen los delincuentes.
Un largo día que ya dura 25 años
En gran parte del Perú
se pensó que tras la captura de Abimael Guzmán, Sendero Luminoso se
desmantelaría. En efecto, por la naturaleza mesiánica que tenía el “presidente
Gonzalo” su captura, su condena a cadena
perpetua y el famoso acuerdo de paz que éste firmó con Fujimori, supuso el
debilitamiento casi completo de la estructura del llamado Partido Comunista
Peruano – Sendero Luminoso.
A 25 años de distancia
de aquella captura, y en un contexto en el que algunos de sus miembros
condenados a cadenas que superaron los 20 años de prisión empiezan a salir en
libertad, los medios de comunicación y un sector de la clase política, han
encendido las alarmas de un probable rebrote del accionar de Sendero Luminoso,
de manera abierta o bajo la fachada del MOVADEF, su actual brazo político. El
problema es que esa tesis reduce a creer que el problema sólo se trata de que
el terrorismo y los años de violencia que vivió el país son producto de hombres
y mujeres dementes o desquiciadas cuyo fin único es matar y causar terror. Este
razonamiento nos conduce a la posibilidad de permitir que el Estado actúe de
manera arbitraria y represiva contra cualquiera que con razón justificada o no
sea tildada de cometer actos o tener predisposición hacia el terrorismo.
Es aquí donde no
debemos dejar de hacernos otro tipo de preguntas y retomar un debate que debió
ser parte de una política de Estado desde el día siguiente después de la captura
de Abimael Guzmán y la derrota militar de Sendero Luminoso. Preguntas como: ¿En
qué contexto surgió una organización política como Sendero Luminoso y porqué su
discurso y su accionar se afianzó de tal manera que llegó a estar cerca de
jaquear el centro del poder del país? ¿En qué ha cambiado el Perú después de
estos 25 años para evitar que un discurso como el de Sendero Luminoso vuelva a
calar entre amplios sectores de la sociedad peruana? ¿Qué lecciones aprendimos
tras el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación? ¿Qué país somos
ahora y que país debemos apuntar a ser?
Responder a estas
cuestiones nos alejarán del discurso estridente de los últimos días y nos
llevarán a un debate más serio y central. Al respecto nos permitiremos anotar
algunas cuestiones. Es importante recordar, por ejemplo, el contexto en que
surge Sendero Luminoso a finales de la década del 60 al separarse de la
vertiente del PCP-Bandera roja de tendencia Pro China. El libro de Carlos Iván
Degregori “El Surgimiento de Sendero Luminoso” da algunas luces al respecto. Sobre
el porqué SL nace en Ayacucho, el estudioso afirma que “SL no hubiera podido
nacer en cualquier lugar de la sierra, aunque allí hubiera similar pobreza,
atraso y opresión gamonal”. Luego, Degregori afirma, analizando el contexto
ayacuchano de la época, que “las cifras prueban de manera contundente que,
dentro del desarrollo desigual y centralista que tiene lugar en el Perú,
Ayacucho y sus vecinos, Huancavelica y Apurimac, resultan ser el ámbito más
deprimido. No únicamente pobre. Para explicar la situación ayacuchana es
necesario tener en cuenta, además de la pobreza, la explotación terrateniente,
la opresión servil y la discriminación étnica”.
El Perú sigue siendo un
país con desarrollo desigual y centralista, con zonas rurales andinas y
amazónicas de mucha pobreza, con situaciones laborales con características
opresivas y serviles y que no termina de reconocerse como un estado
pluricultural, lo que condena aún a los pueblos originarios a situaciones de
discriminación étnica ¿no fue esta una de las causas del Baguazo también? En
los años de mayor crecimiento económico, 2009, las cifras revelaban que
mientras la pobreza rural llegaba a 21%, la pobreza rural alcanzaba al 60%. En
un distrito como el de Río Cenepa en la Amazonía peruana, los niveles de
desnutrición, en niños y niñas, alcanza el 53%. Pese a que los índices de
pobreza monetaria se han reducido, las brechas sociales se han mantenido y
hasta se han acrecentado. Precisamente, “cerrar las brechas de todo orden” fue
una de las principales recomendaciones de la CVR y esta no se ha cumplido.
En el Congreso
latinoamericano de derechos humanos del 2013, Ramón Pajuelo, ex miembro de la
CVR nos recordó que “la verdad incómoda consiste en que la Comisión demuestra
[…] el entrecruzamiento existente en el Perú, entre diferencia étnica y
desigualdad ciudadana. Es decir, el hecho conocido por todos de que en Perú
vivimos una situación de brechas de desigualdad en relación al acceso a la
ciudadanía”. Pajuelo advierte que esta situación ha cambiado muy poco en el
Perú y que “En este contexto, con todas las diferencias respecto al escenario
previo, tenemos un escenario en el cual se están incubando formas de
conflictividad social que responden al escenario actual pero que tienen una
relación con el pasado”.
Ha cambiado poco el
Perú. Finalmente Sendero Luminoso fue la respuesta demencial frente a un Estado
que históricamente no ha sido capaz de resolver las brechas que no nos dejan
ser un país de verdad. No será el fantasma entre rejas de Abimael Guzmán el que
nos pueda precipitar a una nueva situación de escalada de la violencia
política; sino la permanencia de este Estado viejo, criollo, corrupto y caduco;
y ese es un debate que no nos estamos permitiendo tener.
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