Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

jueves, 13 de diciembre de 2018

EL PERIODISMO Y LA CRÍTICA DECOLONIAL


Por: Henry Córdova Bran

Hace una semana, aproximadamente, estudiantes de la escuela de Comunicación de la Universidad Nacional de Piura, me invitaron a compartir una charla sobre “Nuevos horizontes del periodismo, hacia una crítica decolonial”, me parece importante que desde la universidad se discutan temas como éstos, muchas veces ausentes en los cursos y planes de estudio, por eso, comparto algunas reflexiones de lo que compartí aquel día.

Al iniciar la presentación del tema les repartimos a los estudiantes una imagen en la que teníamos a cuatro personajes como un ejercicio de reconocimiento. Los estudiantes no tuvieron inconvenientes para reconocer a Alan García y Mercedes Aráoz, pero sí para reconocer a las otras personas de la imagen. Se trataba de dos líderes indígenas, Santiago Manuin, uno de los Apus más respetados de la nación Awajun y Wrayz Pérez, Pamuk de la nación Wampis; dos naciones que estuvieron presentes en los hechos de la curva del diablo el 5 de junio del año 2009, durante el gobierno de García y en el que Aráoz era ministra de Estado. Solo escudriñar en esa imagen y todo lo que existe a su alrededor como significado y como repercusión para la vida del Perú en los últimos 9 años y medio casi, desde los hechos del mal llamado “Baguazo”, daría para abordar largamente el tema que nos convocaba.

Mientras preparaba la charla, recordé también a Carlos Monsiváis, aquel gran periodista y cronista mexicano que en enero del 2009 diera en Trujillo una conferencia sobre “Los bicentenarios de América Latina”.  Recuerdo que Monsiváis decía que para entender y hablar sobre los bicentenarios había que conocer, leer, y estudiar a los hombres y mujeres que pensaron nuestra América, nuestros países; pero también conocer a las personas y a los pueblos, sus territorios y esas conexiones sagradas que tienen con la tierra, y hablaba precisamente de las comunidades, campesinas e indígenas, de los que sufrieron y siguen sufriendo el despojo, siglo tras siglo. Monsiváis me enseñó que para ser un periodista en América Latina no basta con estudiar la teoría y la técnica de las comunicaciones, por lo menos no solo aquella teoría y técnica que nos enseñan en nuestras escuelas y facultades; para ser un periodista en América Latina es necesario entender cabalmente la historia pasada y presente, de su todavía no acabado coloniaje. América Latina no podrá ser una realidad mientras las características de los colonialismos o de los neo colonialismos se mantengan.

Quizá alguien diga, “no es rol del periodismo, porque su rol solo es contar los hechos de manera objetiva” y yo creo que eso, que aparentemente debiera ser una verdad máxima para nuestra profesión, tiene algunos puntos discutibles. En primer lugar, porque la comunicación es desde siempre un vehículo de dominación. Quien controla la palabra, tiene ventaja sobre quien no la controla, y cada vez más desde que nos convertimos en una sociedad “imagocrática”, quien controla la imagen, tiene ventaja. Vuelvo al ejercicio de la imagen inicial y podemos reflexionar sobre el rol del periodismo en el momento en que un señor, presidente él, podía decir en todos los medios de comunicación que un grupo de peruanos no eran ciudadanos de primera clase o los llamaba perros del hortelano desde su posición de poder y con la ventaja de tener más de un medio de comunicación a disposición. ¿Cuántas peruanas y peruanos podíamos escuchar con la misma oportunidad de difusión, las razones de Santiago Manuin? Tal vez alguno solo recuerde el nombre porque lo escuchó que fue uno de los indígenas que declararon muerto y que apareció luego en el hospital de Chiclayo con 8 balas en el cuerpo. Afortunadamente, estaba vivo. ¿Algún periodista se interesó realmente por conocer quién es Santiago Manuin?, ¿dónde y cómo vive y porqué llevaba casi 51 días exigiéndole al gobierno la derogatoria de unos decretos supremos? Me refiero, evidentemente, a ir más allá de los hechos, y eso implica decolonizar nuestro propio esquema de pensamientos, de prejuicios y de ideas sobre lo que somos.

La crítica decolonial está ligada al desarrollo como paradigma originada al finalizar la Segunda Guerra Mundial, por entonces y en plena guerra fría, hubo mucho interés por imponer un discurso hegemónico desarrollista. Manuel Chaparro, uno de los principales teóricos de la crítica decolonial argumenta en su libro “Claves para repensar los medios y el mundo que habitamos. La distopía del desarrollo” que este discurso hegemónico es una maniobra estratégica creada por occidente para “conquistar el mundo desde el control del comercio internacional” parece una especie de idea conspirativa jalada de los pelos, pero no lo es tanto si uno mira de cerca cómo se ha conducido la economía mundial en los últimos 60 o 70 años, recomiendo leer para ello a economistas como Samir Amin, Vivian Forrester o al mismo premio nobel de economía Joseph Stiglitz, o pensadores como Noam Chomsky o Eduardo Galeano.

Bueno, este discurso hegemónico desarrollista nos impuso términos como “tercer mundo” o “subdesarrollo”, entonces si estás al sur del orbe o en el oriente eres del tercer mundo o eres un subdesarrollado, lo que significa que el paradigma del desarrollo y del primer mundo es del norte y occidental. No hay más y es increíble. Para América Latina, particularmente, es interesante que sea uno de los territorios desde donde se vienen impulsando los argumentos de la crítica decolonial desde los antecedentes de los aportes de la pedagogía de Paulo Freire en los años 60 y 70.

¿Cómo se vincula esta teoría crítica decolonial con el periodismo en nuestros días? Esta vinculación ha estado desde siempre; desde los orígenes mismos de nuestra República. Sería interesante dar una mirada a cuál era la relación existente entre nuestros primeros medios de prensa y el proceso de la Independencia que culminó precisamente con el periodo colonial de la Metrópoli española. Para que se entienda la importancia que le da el colonialismo a la necesidad de afianzar el discurso único entre las poblaciones colonizadas, recordemos como tras la derrota de la gran Rebelión de Tupac Amaru y muertos él, su familia, sus sucesores y los rebeldes Kataristas aymaras del altiplano; una de las primeras medidas del visitador Areche fue buscar la supresión del idioma quechua y de todo rastro y memoria del pasado Inca de la mente y del alma de los indígenas. Cosa que, pese a la dureza de la medida, no pudo conseguir.

El último período de nuestra prensa es, sin riesgo a equivocarme, uno de los más desalentadores. Hay saltos considerables desde la sociedad amantes del país y el Mercurio Peruano, hasta la época de Amauta y el gran periodismo de inicios del siglo XX. ¿cómo hemos llegado a estos tiempos de la Gran concentración de medios? ¿Nuestros medios están más o menos influenciados -vale decir colonizados- de lo que estaban Hipólito Unanue y compañía, o Gonzáles Prada y Mariátegui, por agentes extranjeros sobre todo del gran capital?

El Perú se acerca al Bicentenario, pero se acerca también cada vez más a un conocimiento más profundo de su naturaleza. Tras su independencia la sociedad criolla dominó la República, pasaron casi 100 años para que Prada y Mariátegui pusieran en la discusión nacional el problema indígena; aún tendríamos que esperar unas décadas más para que José María Arguedas nos mostrara el alma del indio kechwa y Aymara; y recién alrededor de los años 70 César Calvo nos introducía al espíritu de la Amazonía con sus “Tres mitades de Ino Moxo”. Pero hace falta mucho más para entender cabalmente el país que somos. Desde lo que nos toca, ver los hechos desde una crítica decolonial significará un avance.