Este blog es un esfuerzo por contribuir en la difusión de información, artículos de opinión y demás géneros periodísticos que muchas veces no se muestran en los medios de comunicación oficiales. El nombre La Acción Escrita es tomado de un libro de Genaro Carnero checa acerca del periodsimo de José Carlos Mariátegui.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Ante el inminente ataque a Siria:EEUU: HISTORIA INFAME DE UNA BOTA IMPERIALISTA


Por: Henry Córdova Bran

Afortunadamente, la inquietud final del artículo de la semana pasada (El Perú Sigue Siendo) no terminó por concretarse. Es decir, Siria no ha sido, al menos por ahora, bombardeada. Sin embargo, la tensión en el Medio Oriente continúa. ¿Podrá EEUU continuar haciendo alarde de su soberbia imperialista y su poderío militar que lo ha llevado a una infame historia de mentiras, guerras y muerte?

Dan muchas ganas de decir ¡Ya Basta! Aunque sea un país pequeño, o aunque sea una ciudad entre muchas ciudades, o un barrio entre millones de barrios o aunque sea un ciudadano en medio de millones en todo el mundo, por insignificante y lejano que parezca ese grito, francamente dan ganas de decir ¡Ya Basta! Y decírselo abiertamente al Gobierno de los EEUU de América, abiertamente para que no tenga necesidad de espiar de dónde viene ese grito. Les ahorramos el trabajo y decimos ¡Ya Basta! ¿Cuántas veces más querrá su bota pisotear vidas que luego llamarán “daños colaterales”?

Basta recordar –aunque sea triste o de rabia hacerlo- como arremetieron en Vietnam, en Centroamérica, tanto en Granada, Nicaragua, El Salvador, Panamá –intentaron con Cuba y no pudieron-; promovieron el golpe en Chile –el 11 de setiembre se cumplirán 40 años desde ese nefasto golpe que terminó con el gobierno y la vida de Allende- estuvieron detrás de cada operación militar en Sudamérica  mediante la Operación Cóndor, luego en el medio oriente, La Guerra del Golfo, en África intervinieron en Somalia, en Europa del Este bombardearon Servia y Yugoslavia y en este nuevo siglo, tras los atentados del 11-S, se han sucedido casi en una década ataques e invasiones a Afganistán, Irak, Libia y  Pakistán. Hay una pregunta que ronda en el mundo: ¿Cuántas muertes han causado las guerras, ataques e invasiones que tiene en su historia EEUU? La respuesta debería causar el más absoluto rechazo e indignación hacia esa tradición bélica del imperialismo norteamericano.

EEUU: Una historia bélica infame

Dice Eduardo Galeano que “EEUU vende una guerra como se venden los automóviles” es decir apelando a las mentiras. Para ello se remite a dos hechos que son históricos: “en el año 1964 el presidente Lyndon Johnson denunció que los vietnamitas habían atacado dos buques  norteamericanos y entonces el presidente Johnson invadió Vietnam; cuando ya la guerra había destripado a una gran multitud de vietnamitas, en su mayoría mujeres y niños, el ministro de defensa de Johnson confesó que el ataque a los dos buques nunca existió. Los muertos no resucitan y en marzo del año 2003 el presidente George W. Bush anunció que Irak estaba a punto de aniquilar el planeta con sus armas de destrucción masiva que eran, según él, las armas más letales jamás inventadas y entonces el presidente invadió Irak y cuando la guerra había destripado a una gran multitud de iraquíes, en su mayoría mujeres y niños, el propio presidente Bush admitió que estas armas de destrucción masiva jamás existieron y que esas armas letales jamás inventadas habían sido inventadas por él”.

Más allá del estilo con el que Galeano expone algunas verdades incómodas, es innegable que hay una tradición del gobierno de los EEUU que lo hace inseparable de las aventuras bélicas, no porque sea un pueblo guerrero y militarista como algunos pueblos de la antigüedad, sino más bien porque hace uso de la guerra como un mecanismo para afirmar su posición geopolítica en el mundo y para afianzar sus negocios.
 
Para tal efecto, resulta interesante los datos que aporta Raúl Sohr, periodista y sociólogo chileno, en su libro “Claves para entender la guerra” en cuyo capítulo dieciséis, vale decir la clave dieciséis, aborda el tema de “La hegemonía militar de Estados Unidos” en él, Raúl Sohr afirma que “Norteamérica buscó hace muchas décadas ser un poder global con alcance global. El propósito está cumplido. El presidente George W. Bush adscribe a la escuela del realismo político que cree que un gran poder es tal porque ejerce su imperio con plenitud” y a continuación Raúl Sohr hace un recuento histórico de las últimas expediciones militares de EEUU desde Vietnam hasta Irak (el libro fue publicado en el 2003) y recuerda que entre Vietnam en las décadas del 60-70 hasta la invasión en Granada a principios de los años 80 “el pentágono sólo cosechaba reveses bélicos”. En efecto, tanto en Vietnam como en Granada y pasando por la desastrosa operación de rescate de rehenes norteamericanos en Irán, los resultados no fueron precisamente los que esperaban en Norteamérica. Eran los tiempos de la Guerra Fría.

Todo empieza a cambiar tras la caída del bloque soviético a principios del 90. Con la invasión a Panamá con el objetivo de capturar al presidente Manuel Noriega, a pesar que éste había sido informante pagado de la CIA, se inaugura una etapa favorable a las expediciones militares de EEUU. Cabe rescatar el pasaje que resalta Sohr en el que un periodista le preguntó al presidente George Bush (padre) “¿valió realmente la pena mandar gente a morir para esto, para sacar a Noriega?” Bush respondió “cada vida humana es preciosa y, sin embargo, debo responderle, sí, valió la pena”. Se registra que en ese conflicto murieron 4500 panameños y 23 soldados norteamericanos.

De allí en adelante la eficacia del poderío bélico norteamericano ha ido en aumento. Cada incursión militar, ya sea de manera unilateral o acompañado por países cercanos a Washington como el Reino Unido, Francia, Israel, entre otros, tuvo resultados contundentes. En la segunda mitad de la década de los 90 a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) EEUU hizo sentir su poderío tanto en Serbia como en Yugoslavia, bajo la excusa de “ayuda humanitaria”.

El Siglo XXI y la confirmación de la hegemonía

EEUU finalizó el siglo XX con dos hechos bélicos que marcaron el inicio de los desaires que el poderoso país del norte le ha venido haciendo a la ONU. En 1998 bombardeó Sudán y Afganistán y en 1999 inició la guerra de los Balcanes. En ambos casos sin acudir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en aquella ocasión Madeleine Albright, Secretaria de Estado de Clinton afirmó que “si tenemos que usar la fuerza, es porque somos EEUU. Tenemos nuestro orgullo. Miramos hacia el futuro más lejano” la soberbia imperialista se empezaba a posicionar.

Pero fue tras los hechos del 11-S y bajo el gobierno de George W. Bush (hijo) que la política exterior de EEUU se encaminó a posicionar su Hegemonía a nivel mundial. Bajo la máxima de “Guerra contra el Terrorismo” Bush justificó una estrategia geopolítica mucho más agresiva que emplearía, con la carta abierta del Congreso y gran parte de su población, todos los recursos disponibles para una carrera militar que en 10 años intervino en los países del Medio Oriente que le eran más incómodos. A estos regímenes los llamó “eje del mal” y entre ellos mencionó  a Irán, Irak y Corea del Norte, luego serían incluidos Libia, Siria y Cuba, tal como lo dijo el Sub Secretario de Estado John Bolton el 06 de mayo del 2002.

En el documento llamado “La estrategia de Seguridad Nacional” se lee que “Si bien Estados Unidos tratará constantemente de obtener el apoyo de la Comunidad Internacional, no vacilaremos en actuar por nuestra cuenta, si es necesario, para ejercer nuestro derecho a la autodefensa mediante la acción preventiva”. El resto es historia más o menos conocida: Irak y Afganistán fueron ocupados y reducidos a escombros, Libia corrió la misma suerte y ahora la amenaza se cierne sobre Siria.

El horror que se ha desatado desde la bota imperialista norteamericana, acompañada de Occidente, cuenta muertos por miles, mujeres, niños, hombres y mujeres civiles a los que el gobierno de EEUU llama “daño colateral”. El abismo sin retorno puede estar a la vuelta de la esquina.

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